El corazón que nos mueve

Valoro pero me duele. Confieso que cuando observé la iniciativa ciudadana de movilizarse para conseguir un corazón artificial para el Paraguay, me llené de emoción ante la solidaridad de este querido país en el que vivo desde hace 31 años y en el que decidí tener un hijo. Pero a la vez, me llené de preguntas, de como un dinero que para muchos es inalcanzable, para otros es prácticamente un vuelto y son justamente ellos los que permanecen absolutamente ciegos y sordos ante una necesidad tan agobiante.

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