- marzo 19, 2014
La lactancia materna es una práctica inherente del ser humano y brinda todos los nutrientes necesarios al niño en sus primeros meses de vida. No obstante, el amamantamiento se ve amenazado por falta de hábitos y conocimientos.
El ser humano, como es sabido, es un mamífero, el cual, por definición, se trata de un animal vertebrado que se desarrolla dentro de un cuerpo materno y al que las hembras de su especie alimentan con su propia leche. De los miles de mamíferos existentes en el mundo, el homo sapiens fue el único que se encontró con obstáculos o excusas para dar de mamar a sus vástagos. Un instinto básico como el de amamantar, al parecer, fue desaprendido en las últimas décadas.
Gracias a ese impulso natural que la mujer mantuvo por años, la mayoría de los niños crecían fuertes y saludables, sin que mediaran la ciencia o el conocimiento de los beneficios para realizar esta práctica. Ahora, las mujeres, más que nada por desconocimiento u otros impedimentos, dejan a un lado el derecho de los niños y las madres a la lactancia exclusiva, reconocido en 1992 durante la Conferencia Internacional sobre la Nutrición realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (Fao).
La tendencia sobre la lactancia es una constante. En la mayoría de los casos, la proporción es mayor en las áreas rurales que en las urbanas. Además, las madres que provienen de familias grandes y sociedades tradicionales tienen más éxito al momento de amamantar. En el país, apenas el 3,9% de niños de dos a cinco años fue amamantado por menos de un mes, mientras que el 14,4% de los niños lactó entre cinco a siete meses (lo mínimo recomendado) y el 18,2% lo hizo de 11 a 13 meses, según datos de la Encuesta de Ingresos y Gastos 2011-2012 de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (Dgeec).
La importancia de amamantar
Los últimos datos más específicos sobre lactancia indican que el 32,9% de los bebés de hasta tres meses recibió lactancia exclusiva ─solo del pecho de la madre─, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Demografía y Salud Sexual y Reproductiva (Endsr) 2008 efectuada por el Centro Paraguayo de Estudios de Población (Cepep). Mientras, el 22,7% recibió lactancia predominante, que incluye leche materna y otros tipos de líquidos.
«La leche producida durante el periodo de lactancia, compuesta en un 70% por agua, aporta la cantidad suficiente de líquidos y nutrientes que requiere el recién nacido hasta los seis meses de vida. También provee todas las proteínas y el calcio suficientes. Igualmente, la leche contiene inmunoglobulinas que mejoran las defensas del intestino, de esta manera, el niño tiene menos diarrea que el resto que no fue amantado», explica la pediatra nutrióloga Susana Sánchez, quien tiene a su cargo la Dirección de Nutrición y Programas Alimentarios del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (Inan).
No solamente los profesionales recomiendan seis meses de lactancia exclusiva, también la Organización Mundial de la Salud (Oms) aconseja esta práctica, por sus múltiples beneficios tanto para la madre como para el lactante. Solo después de que pase el primer semestre se deben introducir alimentos sólidos y agua a la dieta del bebé durante dos años más.
En la práctica, la cantidad de niños que se alimentan exclusivamente del pecho hasta los seis meses es baja a nivel nacional. Solo el 24,4% de los niños menores de seis meses recibe lactancia exclusiva. Entretanto, uno de cada cinco infantes de cero a cinco meses tiene lactancia predominante, según la Endsr 2008.
Beneficio sin igual
«Las leches en fórmula jamás van a igualar a la producida por la madre, porque esta de por sí tiene una calidad óptima, independientemente en madres de bajo peso, ya que el organismo siempre trata de preservar las propiedades de la leche hasta el último momento. La leche materna contiene ácidos grasos esenciales que protegen a las neuronas. En los primeros días de lactancia, las mamas segregan un líquido más espeso y amarillento llamado calostro, cuyos nutrientes actúan como una vacuna que protege al niño, al proveerle anticuerpos y favorecer la maduración intestinal. El 20% de las muertes de los recién nacidos podría prevenirse si se les da de mamar en las primeras 24 horas de vida», afirma Susana Sánchez.
Los lactantes también se ven beneficiados porque tienen menor riesgo de padecer alergias, obesidad, infecciones o diarreas; poseen una buena fuente de energía y nutrientes; mejoran su desarrollo sensorial y cognitivo, y tienen un mejor vínculo con sus madres. Incluso los adultos que fueron amamantados durante su infancia presentan en menos ocasiones presión arterial,
Texto: Natalia Ferreira Barbosa
Fotos: Natalia Ferreira Barbosa y Fernando Franceschelli.
Agradecimiento: Liz María Aguiar y Eugenia Florentín, Karina Arias y Ezequiel Escobar.