En Uruguay, el mayor consumidor per cápita de whisky del mundo y que tiene un 8% de consumidores problemáticos de alcohol, se vende en bares y discotecas una bebida inventada en el país que se define como el antídoto perfecto contra la resaca.
El producto, comercializado bajo el nombre de Out Alcohol, promete eliminar de la sangre el alcohol ingerido en un plazo no superior a las dos horas.
«Una vez que el producto entra en contacto con la sangre, empieza a eliminar el alcohol, ya que acelera el metabolismo y hace que se expulse más rápido mediante la orina», explicó a Efe Tabaré Burgueño, presidente de Embotelladora Serrana, empresa responsable de la fabricación de Out Alcohol.
La «milagrosa» fórmula de este producto no dista mucho de la de cualquier otro refresco: agua, azúcar, zumo concentrado de limón, jarabe de alta fructosa, caramelo, benzoato y colorantes.
Burqueño insistió en que «no es un producto pensado para engañar al espirómetro» en los controles de alcoholemia que se les practican a los conductores en carretera, sino que pretende «ser un amigo» de aquellos bebedores que quieren sentirse mejor al día siguiente.
En Uruguay, un país de 3,3 millones de habitantes, hay 260.000 consumidores problemáticos de alcohol, 62.000 de los cuales son adictos a esta sustancia, según datos divulgados el pasado mes de noviembre por la Junta Nacional de Drogas del país (JND).
La JND lidera una política integral de lucha contra las adicciones que, además del alcohol, comprende el tabaco y la marihuana, cuya despenalización en este país está dando la vuelta al mundo.
Según este organismo, 800.000 uruguayos confiesan que consumen alcohol a diario, y la mitad de la población reconoce que bebe «regularmente».
El pequeño país sudamericano lidera desde hace cuatro años el ránking mundial en consumo per cápita de whisky, con un promedio de 2,4 litros de este destilado por habitante y año, según una encuesta de la consultora Euromonitor International.
El proceso de aceleración del metabolismo del alcohol que promete Out Alcohol puede relacionarse con un estudio publicado en septiembre de 2013 por la revista científica Food & Function, de la Royal Society of Chemistry, británica, y realizado por un grupo de investigadores de la universidad china de Guangzhou.
La investigación explica cómo el etanol de las bebidas alcohólicas se sintetiza en el hígado gracias a diferentes enzimas, convirtiéndose primero en acetaldehído, una sustancia tóxica y después en acetato, que es inocuo.
Para evitar la resaca, sería necesario minimizar el tiempo en el que el organismo se encuentra expuesto al acetaldehído, y acelerar el proceso de transformación del alcohol en acetato.
Los químicos chinos, que desarrollaron su estudio in vitro pero no sobre organismos vivos, descubrieron que ciertas bebidas, como el té de hierbas, ralentizaban la síntesis del alcohol, mientras que algunos refrescos de limón, de composición parecida a la del «anti-resaca» uruguayo, estimulaban el proceso, mitigando así el malestar.
Varios productos que ya se comercializan en Europa o Estados Unidos, basados en fórmulas tan variopintas como el extracto de cereales o las píldoras a base de carbón, también afirman actuar acelerando este proceso orgánico.
Estos remedios, pensados para consumirse previamente o durante la ingesta de alcohol, se unen a la larga lista de recetas que el imaginario popular prescribe para el día después de una borrachera.
Desde las clásicas aspirinas o el obvio ibuprofeno, hasta las estrambóticas mezclas caseras de jugos y licuados, pasando por ideas más peregrinas como la de desayunar con cerveza u otro trago, los sábados y domingos amanecen cargados de leyendas urbanas para muchos bebedores, sobre todo jóvenes.
El ritual de pócimas presuntamente mágicas y automedicación recurrente culmina con un devoto juramento de abstinencia: la promesa de no volver a beber… o al menos no tanto, pero hasta el siguiente fin de semana.