El científico argentino Edmundo Kraiselburd investiga en Puerto Rico si ciertas microfibras o partículas defectuosas de VIH (virus del sida), que podrían estar presentes en el semen de personas infectadas, pueden ayudar a disminuir el riesgo de transmisión sexual.
En una entrevista con Efe, Kraiselburd dijo hoy que desde hace cinco años trata de determinar junto a otros científicos si algunas «partículas defectuosas del virus de sida podrían incluso servir para una vacuna» contra el VIH.
Por el momento, han descubierto que esas partículas defectuosas «han inducido al sistema inmune» en pruebas de laboratorio, lo que les ha llevado a investigar si «producen algún tipo de defensa contra el virus del sida».
El científico residente en Puerto Rico indicó que aunque comprobaron que las defensas inmunes inducidas por las partículas defectuosas no protegen contra la infección, «el semen de alguna manera está inhibiendo la infección».
Esta investigación comenzó luego de que científicos y epidemiólogos constataran que un grupo muy reducido de prostitutas en Nairobi no se infectaban con el sida, a pesar de que tenían relaciones sin protección con hombres que estaban infectados.
Los científicos, según Kraiselburd, pensaron que posiblemente estas mujeres tenían «un sistema inmune o una genética diferente, pero nada de eso se pudo corroborar científicamente, hasta que se descubrió que las mujeres que dejaban el oficio por más de dos meses y luego regresaban a trabajar, se infectaban con el VIH».
«Hoy se sabe que la resistencia a la infección no está relacionada directamente con factores genéticos. La idea que sustentamos es que esas mujeres tenían que tener un estímulo constante del semen de los clientes que las protegía de manera transitoria contra el virus», aseguró el virólogo.
Kraiselburd, director del Programa de Investigación de NeuroSIDA del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en San Juan, afirma que, según sus investigaciones, «debe haber sustancias en el semen de algunas personas que pueden inhibir transitoriamente la infección».
Este científico comenzó sus trabajos a principios de la década de los años 80 y recibió muestras del VIH cuando el virólogo francés Luc Montagnier, Premio Nobel 2008 por su descubrimiento de ese virus, lo trajo a su laboratorio de la UPR.
«En ese entonces se pensaba que el VIH se había originado de los monos, lo cual es incorrecto, ya que su origen es el chimpancé», recuerda Kraiselburd, quien posee una maestría y doctorado en Virología de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de Nueva York, respectivamente.
«Nuestros experimentos indican que en monos Rhesus la presencia de semen logra inhibir parcialmente la infección genital del virus de sida de los simios», dijo Kraiselburd, quien dice que le interesa investigar sobre el sida «porque tiene un impacto social muy importante».
A través de un convenio científico con el Instituto Pasteur, Montagnier le pidió que desarrollara un modelo animal contra el sida, usando monos del Centro Caribeño de Investigación de Primates del RCM. El objetivo era conseguir una vacuna.
«Pensábamos que lo más lógico era que el VIH se replicara en monos, pero como científico uno es bien conservador y primero tratamos de infectar células de mono ‘in vitro’. Sin embargo, para nuestra sorpresa, comprobamos que el virus no las infectaba. Fue bien difícil convencer a un Premio Nobel y a la comunidad científica de este hallazgo», recuerda Kraiselburd.
«Hoy sabemos que los monos Rhesus producen sustancias (factores de restricción) que inhiben la replicación del VIH», añade. EFE