La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que «volver» a las prácticas ancestrales de alimentación y nutrición puede ayudar a frenar la «epidemia de obesidad» que desató el incremento en el consumo de alimentos procesados.
Durante la presentación en Colombia del estudio «Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas», la OPS reveló que los alimentos procesados industrialmente, las bebidas azucaradas y la comida rápida están causando efectos «negativos» en lasalud.
«Nos matamos con lo que comemos. Las personas son lo que comen. Es más fácil y más barato consumir gaseosa y comida chatarra, pero es uno de los grandes errores para la salud y una contribución a la obesidad», le dijo a Efe la representante de la OPS en Colombia, Gina Watson, en su participación en el III Curso de Obesidad y Hábitos de Vida Saludable.
Los resultados del estudio, presentado el 1 de septiembre en Washington y que reveló que las ventas per cápita de productos ultraprocesados aumentaron un 26,7 % en América Latina, permiten poner sobre la mesa este «problema social, de salud y de calidad de vida», por los daños que causa la obesidad.
«Hay que volver a las prácticas ancestrales de las comidas naturales. Cada vez se cocina menos en casa. La gente pierde este hábito porque es casi un indicador de estatus comer en restaurantes. En ese sentido hay que reeducar», sostuvo Watson.
Aseguró que la OPS tiene «evidencia» de que países como Perú y Bolivia, donde hay menos industria de alimentos procesados y aún prevalecen las prácticas ancestrales, tienen «menos riesgos» dentro de la población en temas de sobrepeso y obesidad.
La funcionaria indicó que se está a tiempo de revertir esta epidemia «silenciosa», que causa «gran» preocupación especialmente por la población infantil.
«Los niños obesos con diabetes en nuestros países se están manejando como adultos porque el deterioro de su sistema metabológico es comparado al de un adulto», detalló.
Watson subrayó que sin medidas preventivas y promoción de estilos de vida saludable estamos «condenando» a las generaciones futuras a «una vida más corta y con menos calidad».
Asimismo, insistió en la importancia de complementar estos programas de prácticas nutricionales saludables con «medidas que controlen» a la industria de comida ultraprocesada.
«Hay que ayudar a la población a tomar decisiones informadas sobre lo que implica en su salud comerse un pollo frito o una fruta», apostilló la delegada.
Watson recordó que hay países como Puerto Rico y Estados Unidos en los que han identificado los productos saludables con un corazón como un mecanismo que ayuda a «tomar la decisión correcta en temas de nutrición».
Lo mismo, según la experta, hace un programa como «Los cinco colores», en el que cada alimento corresponde a un color y guía al consumidor.
«Pocas veces la gente lee la información nutricional, que además es difícil de interpretar. Pero con estas iniciativas las personas pueden identificar en un supermercado qué debe comer y qué no», consideró.
Watson sostuvo que América Latina debe llevar a cabo un «plan regional» para reducir el acceso a alimentos poco saludables y fomentar prácticas que contribuyan a disminuir el riesgo, como mejorar las merienda escolares, mejorar las políticas de control al acceso a comidas ultraprocesadas y poner al alcance de la población la comida saludable.
«Este problema va a disminuir si se desarrollan condiciones para que se reduzcan el consumo de sal, grasa y azúcares. Hay que deconstruir toda esa práctica social alrededor de consumismo artificial y reemplazarlo por cosas más saludables», puntualizó la delgada de la OPS.
Por último, reconoció que este «no es un asunto que se puede cambiar de un día para otro» pues «ha tomado décadas llegar a este momento de deterioro y se requiere una inversión social y sostenida que impacte a la población». EFE