Todos necesitamos saber cuál es nuestra verdadera personalidad, pero a menudo estamos desconectados de nuestra verdad más íntima y profunda. Desvelamos las claves para descubrir nuestro auténtico ser y desarrollar nuestro destino.
“Todos nacemos con un tipo de personalidad que en todos los casos enmarca un brillante destino”, enfatiza Arancha Merino, especialista en formación emocional.
Desafortunadamente, según la autora de la obra “Descubre tu verdadera personalidad“, durante la infancia los mensajes limitantes que recibimos nos impelen a desconectarnos de nuestros talentos y a prohibirnos nuestras vocaciones.
La buena noticia, según Merino, es que siempre estamos a tiempo de dar la vuelta a esta situación y volver a conectarnos con lo que verdaderamente hemos nacido para ser.
Tras ejercer como economista, Merino dio un giro a su vida y se formó en el MAT (Metamodelo de Análisis Transformacional) un método creado por la psicóloga Preciada Azancot y que -según explica-”facilita el descubrimiento de talentos y vocaciones reales alineados con la felicidad interior y el bienestar vital”.
Según Merino, “cada uno de nosotros viene al mundo con una competencia o habilidad innata, algo que se nos da especialmente bien, también con un talento o don exclusivo que nos hace geniales y diferentes de los demás, y con una vocación que aporta un sentido y finalidad a nuestra existencia”.
“Pero entre los tres y los siete años de edad las creencias de nuestros padres o adultos de referencia, y las pautas sociales, culturales y religiosas, nos “exigen” desconectar tempranamente de aquello que aporta un significado tan especial a cada uno de nosotros”, añade.
“Acabamos viendo la vida con los ojos de otros, confusos y sin saber quiénes somos realmente”, destaca.
Seis arquetipos
Según Merino, esta situación, que surge en la niñez pero se prolonga a lo largo de la vida de la persona, origina seis tipos de personalidad denominados: fortificador, constructor, revelador, legislador, reactivador y promotor.
En cada arquetipo hay una “emoción que nos domina y que inflamos o exageramos y que, a la vez, nos limita y debilita en demasía, y que es la primera característica que se observa en la persona y un indicio clave para descubrir cuál es nuestra verdadera personalidad, al observarnos a nosotros mismos”.
Según esta especialista, el primer beneficio de descubrir nuestra verdadera personalidad es inmediato y se recibe como una gran liberación, algo así como: “ahora entiendo quién soy y el porqué de mis miedos y limitaciones”.
Merino describe cada una de las seis personalidades y proporciona algunos consejos para funcionar mejor con cada una de ellas, y para activar los talentos y conectar con las vocaciones que permanecen ocultos o tapados en cada arquetipo.
El fortificador
Los individuos con esta personalidad interpretan la vida desde la amenaza o el peligro y están dominados por un miedo excesivo. Por eso siempre buscan seguridad y se cierran a lo nuevo, temen mucho los cambios y les gusta pasar desapercibidos.
Si usted encaja en este perfil le conviene ponerse en acción y movimiento, nunca aplazar ni dejar las cosas para mañana, atreverse a poner límites y decir NO, hacerse ver, asumir responsabilidades, en lugar de dejar que otros resuelvan sus asuntos, y buscar soluciones a través del pensamiento.
El constructor
Las personas con este arquetipo están dominadas por una tristeza excesiva. Interpretan la vida desde la pérdida, piensan mucho en problemas futuros, creando en su mente preocupaciones por cosas que no llegan a pasar, y son personas racionales, ordenadas y meticulosas.
Si usted se ve dentro de este esquema debe tomar decisiones con firmeza y valentía, pensar menos y crear más, creer en usted mismo y en su talento creador, ir a la esencia de las cosas en vez de perderse en detalles, reaccionar ante las manipulaciones, implicarse en las situaciones y expresarse libremente.
El revelador
Esta personalidad interpreta la vida desde la búsqueda de justicia. Los domina una rabia excesiva. Son muy vitalistas, están siempre a la defensiva, odian las normas establecidas y las órdenes. Primero actúan y luego piensan y empiezan muchas cosas sin concluirlas.
Si usted tiene este perfil debe pararse a reflexionar, analizar, pensar, antes de actuar, encontrar soluciones inteligentes a los problemas sin culpar a nadie, y atreverse a mostrar sus creaciones, que suelen ser muy originales y novedosas, sin temor a las críticas ni a las envidias.
El reactivador
Conforman este tipo aquellas personas que interpretan la vida desde la protección a los demás y los domina un amor excesivo. Son paternalistas con los más débiles, sufren decepciones porque no discriminan y tratan a todos por igual y actúan como salvadores de causas perdidas.
Los individuos de este perfil deben detectar los peligros para ponerse a salvo, no entregarse a quien no lo merece, dar más a los mejores y no a los más necesitados, sentirse más seguro de usted mismo y merecedor de felicidad. También deben dejar de sostener a los demás y empezar a recibir.
El legislador
Los individuos con este perfil interpretan la vida desde el estatus, juzgan quién merece su aprobación y quién no, tienen un orgullo excesivo; son personas con un gran sentido del deber, rígidos, quisquillosos y controladores y, además, muy exigentes consigo mismos y los demás.
Si cree que es de este perfil en necesario que aprenda a fluir con la vida, permitirse ser algo irresponsable para reducir su autoexigencia, soltar el control y volver a reír como un niño, confiar y entregarse, poner amor en todo lo que hace, abrir y expandir su corazón, también aceptar su romanticismo.
El promotor
El arquetipo de promotor son aquellos que interpretan la vida desde las oportunidades, que ven por todos lados, no se quieren perder nada, y los domina una alegría excesiva. Son emprendedores, seductores y exitosos. No les importa ser depredadores con tal de conseguir sus objetivos.
Si usted encaja en esta clasificación debe confiar y creer que el amor existe, dejar de competir y empezar a compartir, ser cariñoso y generoso sin crear deudas en los otros; hacer que los demás se sientan seguros a su lado y no invadirlos; ser prudente y medir los riesgos antes de lanzarse a un reto.