Morderse las uñas: un problema de salud, de estética y psicológico

  • ¡No te muerdas las uñas! Salud, estética y psicología se unen para recordarnos la importancia que tiene el cuidado de la cutícula y los trucos para terminar con la llamada onicofagia.

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    Del griego “onyx” y “phagein”, la onicofagia es el hábito de “comerse las uñas” de forma continuada. Se trata de una costumbre que pueden sufrir las personas a cualquier edad y que, aunque no lo creamos, es muy difícil de dejar. Asimismo, es necesario tener en cuenta que la cutícula es un elemento clave para la protección de la uña.

    Dos expertas nos acercan a este trastorno desde puntos de vista distintos:

    La cutícula también sufre

    La doctora Montserrat Salleras es especialista en dermatología de la Clínica Dermatológica Salleras (Barcelona) y profundiza acerca de la importancia que tiene la cutícula en el mantenimiento de unas uñas sanas y los problemas que puede acarrear mordérselas.

    ¿Qué función tiene la cutícula?

    La cutícula tiene una función protectora, pues se encarga de resguardar a la uña y al tejido que la rodea de traumatismos y de posibles infecciones. Si no hay cutícula, hay mucha más propensión a infecciones bacterianas, de hongos o víricas.

    La persona que carece de ella, ya sea por alguna enfermedad, porque se la elimina de forma inconsciente cuando se muerde las uñas o si se la eliminan en las manicuras por motivos estéticos, tendrá más probabilidad de infectarse.

    ¿Qué riesgos tiene la onicofagia?

    Es un hábito que daña la cutícula y puede ir más allá, ya que el tejido periungueal (que bordea las uñas) también se ve afectado.

    A veces incluso, si la persona se muerde las uñas de forma muy agresiva, se puede producir la lesión de la matriz de la uña, que está debajo de la cutícula y del tejido periungueal.

    Si esa matriz se daña, no tiene ninguna capacidad de reparación y se trata de una alteración irreversible. Si esto ocurre, la uña va a crecer de manera distrófica, es decir, de forma irregular, más gruesa, con estrías o rasguños.

    ¿La manicura es una solución?

    La manicura de gel, en principio, no da problemas, pero hace que la uña tenga una superficie encima y permite que se acumule sudor, agua, jabón, lo que hace que haya más propensión a coger infecciones, sobre todo de hongos, que son los gérmenes a los que les gusta la humedad.

    Cuando se retira el gel, se puede provocar un daño en la lámina de la uña, que hace que sea más fea estéticamente, tanto por el propio gel como por los productos que se utilizan para eliminarlo.

    La lámina suele quedar dañada después de llevar algún tiempo este tipo de manicura y hay uñas sanas que acaban enfermas al hacer esto. También depende de los tipos de uñas, ya que hay gente que las tiene más fuertes y resistentes, al igual que sucede con el cabello.

    Por otro lado, si una persona tiene una enfermedad, hay veces que se ponen estas uñas como remedio estético y solución cosmética. Al no poder empeorarse, se recurre a esta vía. Eso sí, hacerse la manicura no se trata de una solución para dejar la onicofagia.

    Desde luego, los tratamientos farmacéuticos han fracasado. Antes había productos tópicos que tenían la función de hacer desagradable el acto de mordérselas, pero realmente el que lo hacía acababa acostumbrándose al sabor, por lo que hay que ir buscando tratamientos psicoterápicos o, en casos muy graves, se utilizan fármacos.

    Consejos para tener unas uñas sanas

    – Siempre que se esté cocinando, manipulando agua, detergente, alimentos o con la uña húmeda mucho rato hay que utilizar guantes.

    – Aplicación nocturna de cremas hidratantes para uñas.

    – Aplicar un endurecedor para protegerlas.

    Si lo que se utiliza para pintarlas es correcto y beneficia la hidratación de la cutícula, pintarse las uñas no es malo, sino que, de hecho, cuanto más colorido sea, más las protege del sol. El esmalte que más protege es el rojo.

    – Hacer la manicura sin eliminar la cutícula.

    – Se recomienda tener, como mucho, el esmalte de uñas durante una semana. Si se tiene mucho tiempo, los hongos son más propensos a acudir a la superficie de la uña.

    – A los que tienen la uña enferma, gruesa o amarilla se les recomienda limarla de forma dorsal, es decir, por encima de la lámina, al menos una vez a la semana.

    – No compartir los instrumentos para el cuidado de las uñas, como son las limas, tijeras o cortauñas. Si se hace, se pueden contagiar posibles infecciones.

    – Los deportistas deben prestar especial atención a las uñas de los pies, al igual que utilizar siempre el calzado adecuado.

    – Aquellos que estén sometidos a tratamientos médicos, han de cuidarlas con mayor asiduidad, ya que son más sensibles. Los fármacos hacen que la uña se ablande y que la luz solar les dañe más. En esos casos, si son mujeres, sí convendría pintarlas.

    ¿Cómo dejarlo?

    En primer lugar, se le enseña al paciente a detectar cuáles son los momentos en los que más se muerde las uñas. Para ello, el que lo sufre tiene que elaborar un autoregistro en el que anota cuál es la situación en la que se está comiendo las uñas.

    A continuación, el afectado lleva a cabo una serie de conductas que le ayudan a realizar algo diferente en ese tipo de situaciones. Por ejemplo, si se las come cuando está ansioso, se le enseña a poner en práctica alguna técnica de relajación. En cambio, si se trata de un caso en el que se las muerde cuando le está dando vueltas a la cabeza, se le enseña a controlar el pensamiento y algunas técnicas de manejo conductual incompatible, es decir, a realizar una actividad que sea incompatible con el hábito.

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