- agosto 21, 2015
Con una carrera que va en ascenso imparable, Lali González agrega Mangoré, por amor al arte a su filmografía que ya incluye películas paraguayas como 7 Cajas, y proyectos internacionales de gran nivel.
Su experiencia frente a cámaras de forma profesional arrancó en el 2010 con la serie La Herencia de Caín, y poco después se unió al proyecto de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori que terminó convirtiéndose en la película paraguaya más taquillera de la historia.
“Cuando manejaba la posibilidad de alejarme de la actuación, cambiaron totalmente mis planes”, expresa la actriz de 28 años que estudió Derecho antes de decantarse por una carrera donde ostenta un talento innegable.
“Yo siempre que me juego de corazón por algo espero tener éxito de lo contrario sería ir en automático por la vida”
En Mangoré, Lali interpreta a Isabel Villalba, la primera persona que Nitsuga amó, y así también, la primera mujer que dejó, aunque siempre fue una figura importante en su vida.
“Fue una experiencia hermosa”, comenta la actriz sobre la oportunidad de formar parte de la historia del cine, ya que nadie puede negar que entre 7 Cajas y Mangoré, se habla de obras que quedarán en el recuerdo.
“Le tengo mucha fe a esta película porque Mangoré es universal”, agrega, algo imposible de negarle a estas alturas.
Sin duda alguna, el nombre de Agustín Pio Barrios suena en todo el mundo para quienes conocen la guitarra a fondo, y por ello este proyecto es uno de los más ambiciosos realizados en el país.
Lali se muestra realmente agradecida por el trabajo conseguido. Recuerda que el director chileno Luis Vera se acercó a ella en el estreno de 7 Cajas, y ambos coincidieron en las ganas de trabajar juntos en algo que todavía era un proyecto en desarrollo.
Sobre la producción en sí, comenta que fue lindo compartir escena con el actor mexicano Damián Alcázar, de quien solo se habla maravillas. Asegura que de él aprendió mucho y que de él recibió ayuda en varias escenas.
Explica que el trabajo con el equipo fue una experiencia muy profesional, con el director siempre pendiente de sus actores, y el trabajo previo realizado en grupo logró que las secuencias más agotadoras fueran más relajadas.
“Compartir elenco con colegas muy cercanos siempre es divertido y seguimos aprendiendo juntos”.
Mangoré marca la reunión de Lali con Celso Franco, protagonista de 7 Cajas, quien acá interpreta al mismo Nitsuga en su etapa juvenil, cuando la guitarra todavía era algo en proceso de aprendizaje, así como la vida misma.
Con respecto a su propio trabajo, Lali dice que fue un “trabajo de investigación hermoso”, pero igualmente un “gran desafío”. La actriz interpreta al personaje de Isabel en tiempos distintos, acompañando en pantalla a Franco y también a Alcázar.
No es fácil ser encarnar a la mujer paraguaya de la época de 1920, ya que su personaje debía ser fiel al tiempo y al espacio, asegura.
Sin embargo, el trabajo parece haber dado sus frutos, ya que las opiniones previas al estreno de la película eran muy buenas con respecto a su desempeño.
Ella es más objetiva con su propia evolución como actriz, algo que la pone en un lugar de humildad y consciencia propia que solo habla bien de su futuro como artista.
“Uno va aprendiendo en cada proyecto muchísimo, el trabajo ante cámaras con diferentes equipos hacen que uno vaya recopilando información, experiencia y a la vez naturalmente se sigue formando”
Agrega que cada película es un nuevo desafío, y aunque no se atreve a opinar sobre si uno actúa mejor entre películas, afirma que le va “tomando más confianza a la intimidante cámara”.
Ciertamente, la cámara parece estar enamorada de ella, ya que suele ser uno de los factores más memorables de los trabajos que ha realizado hasta ahora, independientemente de la calidad completa de las obras.
Lali no utiliza la palabra arrepentimiento para referirse a algunos trabajos donde no se sintió cómoda actoralmente, puesto que prefiere tomarlos como “lecciones que da la carrera mientras uno va formándose”.
“Si uno no se equivoca es muy difícil que aprenda”, agrega, dejando ver una madurez emocional y artística que seguramente la acompañará en los caminos que vaya tomando en la vida.
Mientras tanto, está feliz por poder formar parte de una cinematografía incipiente, que está dando buenos pasos para ir creciendo.
“nuestra pequeña historia cinematográfica dio un paso gigante al trascender fronteras con varias cintas nacionales, oportunidad que nos da de exportar nuestro cine, nuestro trabajo y colocarnos en el mapa de alguna manera”.
Reflexionando sobre su propia existencia, Lali se humaniza comentando que cuando no trabaja en teatro o cine, se toma el tiempo para leer, escribir, y realizar algo de natación después de 13 años de no estar compitiendo.
“Si no se me presentaban estas oportunidades capaz iba a buscar otras y me iba dedicar también al Derecho”.
Por Emmanuel Báez