Consumí lácteos descremados no sólo para mantener la figura sino para cuidar la salud cardiovascular. Esa es la conclusión a la que llegan estudios recientes.
“Tomar lácteos descremados es la mejor opción para el corazón”, pública la web Salud hoy.
Según investigadores, la diferencia entre los lácteos descremados y los enteros está «en la cantidad de grasa», ya que los enteros tienen una gran concentración de ésta. «Al eliminar las grasas, los lácteos descremados contribuirían a tener un menor riesgo cardiovascular», señala la nota.
Estudios de ondas de pulso (que es la prueba cardiovascular que refleja el esfuerzo que hace el corazón para expulsar la sangre y que aumenta cuando las arterias se cierran, es decir, la arteriosclerosis) revelan que a mayor ingesta de productos de lácteos enteros, la velocidad de onda de pulso presenta valores más elevados; lo cual implica que el corazón se esfuerza más para bombear la sangre.
Esto genera que la presión suba y el corazón entre en zona de riesgo al trabajar más. En cambio, cuanto mayor es el consumo de productos lácteos descremados, los valores de las ondas de pulso son menores, lo que revela que el corazón se esfuerza menos.
La grasa, que aportan los lácteos enteros, contribuye a que las arterias queden más rígidas y no acompañen los movimientos de bombeo del corazón, lo que hace que este tenga que trabajar de más para impulsar a la sangre por el aparato circulatorio, provocando un sufrimiento cardíaco y un aumento de la tensión arterial.