La leyenda de un ermitaño que ingenió una serie de estiramientos con el objetivo de curar sus propios dolores es la base de la enseñanza en un popular colegio de medicina tradicional en Bangkok.
Según relatan los escritos centenarios tailandeses, este hombre, cansado de las comodidades de la vida cotidiana, abandonó su hogar en la India para refugiarse en busca de la paz interior a través de la meditación.
El asceta, solitario en el monte, concebió 80 posturas para estirar su cuerpo con el fin de prevenir y curar los dolores corporales y enfermedades del sistema circulatorio y respiratorio, unas habilidades conocidas en Tailandia como «ruesi dat ton» (el ermitaño que estira su cuerpo).
«El masaje es un ejercicio pasivo, que alguien te lo hace, mientras el ‘reusi dat ton’ es una práctica activa, tú te lo haces a ti mismo, depende de tu límite», comenta a Efe Serat Tangtrongchitr, subdirector de colegio de medicina tradicional tailandesa del Wat Po.
Estos conocimientos llegaron al extinto reino de Ayutthaya en el siglo XIV y se fue propagando mediante el boca a boca de padres a hijos.
Amenazada por la desaparición tras la invasión birmana y destrucción del reino, el rey Rama I, precursor en siglo XVIII de la actual dinastía reinante, reunió los conocimientos en Wat Po, un templo considerado como la primera universidad del país.
El monarca también ordenó esculpir una estatua por cada una de las postura con el objetivo de que la gente pudiera imitar las posiciones para curarse a si misma y preservar la sabiduría.
Años más tarde, el rey Rama III y varios escritores compusieron poemas para acompañar a las esculturas, no obstante durante el reinado de Rama V, a finales del siglo XIX, más de la mitad de las esfinges fueron robadas.
El colegio del Wat Po, fundado de manera oficial en 1955, seleccionó las 18 posturas menos complicadas para facilitar y difundir el estudio de la materia.
El concepto del «ruesi dat ton» es para que todo el mundo lo pueda utilizar, hasta «un niño, ancianos, mujeres embarazadas o pacientes que no pueden levantarse de la cama ya que hay posturas que se realizan tumbadas», resalta Serat.
Con unos movimientos parecidos al yoga, la profesora Kai se apoya sobre una sola pierna, estirando y flexionando en suspensión la restante mientras sujeta con sus manos la rodilla y la planta del pie, en un movimiento que alivia los dolores de espalda y pierna.
Cada posición se debe mantener entre 3 y 15 segundos y repetirse un total de tres veces, en unos movimientos que en total se tarda en realizar «una media hora» aproximadamente, describe la experta.
«Si realizamos las 18 posturas ejercitaremos todos los músculos del cuerpo, desde la cabeza hasta los pies», expone a Efe Kru Kai, quien trabaja en el Wat Po.
La instructora asegura que hacer esta series de estiramientos de manera diaria no solo beneficia la salud física, sino también es bueno para la vitalidad mental, ya que refresca la mente, ayuda a reducir el estrés y mejorar la concentración.
«El mejor momento para ejercitarse es por la mañana» y en ayuno, comenta la profesional.
Estudiantes de todo el mundo se mezclan con locales para acudir a este centro ubicado en el casco histórico de la metrópoli tailandesa para aprender las técnicas tradicionales.
«Los tailandeses vienen a estudiarlo como una carrera profesional, pero no profundizan» en los estudios, señala el administrador, quien confía que en un futuro próximo más locales acudan al centro para preservar los conocimientos en el país y las «habilidades especiales» que los tailandeses poseen en el arte de esta medicina tradicional. EFE/Tinaprapa Grodniyomchai