- julio 2, 2014
“Mamá, esposa y mujer” así se define María Liz. En esta entrevista cuenta como desempeña sus diferentes roles para dedicarse a su microempresa, que abrió después de renunciar a un trabajo de oficina.
Vivian Urbieta
vurbieta@sd.com.py
“Conseguir trabajo en nuestro país es complicado, pero trabajar no es imposible”, asegura la dueña de la microempresa Torta Dulce María ubicada en el barrio Vista Alegre, Asunción. Ella es María Liz Fernández y accedió a una entrevista para hablar sobre la elaboración de tortas y bocaditos dulces que prepara para cada evento de cumpleaños, casamientos y 15 años.
Tras renunciar a un trabajo con salario fijo dentro de una organización no gubernamental, hoy se dedica a lo que realmente le gusta. “Gracias al enorme apoyo que mi esposo siempre me da, decidí dejar la oficina y dedicarme al negocio de las tortas y estar también más tiempo con mis hijos. Todos quedaron muy contentos con esta decisión”, comenta.
Su página de Facebook es una vidriera para exhibir los cupcakes, bombones, galletitas, cake pop, pavé, alfajores, pionono y tartas, de su fabricación. María Liz puntualiza que las preferencias y gustos las marca el mismo cliente; la elaboración así también, se puede realizar en tiempo récord. “Una vez llegamos a entregar una torta una hora después de recibir el pedido. Fue algo extraordinario. Tenía que festejar un cumpleaños y solamente quería nuestra torta. Con alegría y con mucho trabajo, cumplimos”, recuerda.
Desde joven, esta mujer emprendedora, que se considera una aficionada de las tortas, se dedicó a fabricar las golosinas para los cumpleaños familiares. “Me encanta comer ricas tortas. Elaborar una para mí siempre fue motivo de placer. De muy joven disfrutaba preparándolas para los cumpleaños de mis hermanos, sobrinos y ahijados”, dice. “Jugaba con los ingredientes, lo que me impulsaba a crear cosas nuevas e inventar los distintos rellenos, y quienes degustaban, siempre eran felices, mis sobrinos”, explica.
Si bien sus allegados siempre le encomendaban las tortas para sus acontecimientos, el negocio Dulce María funciona oficialmente desde 2009. Si bien los pedidos son innumerables, María Liz sabe combinar perfectamente su rol de madre, esposa, hija y emprendedora. «No sentía ni sueño porque me encantaba”, revela.
La microempresa mantiene cinco empleados que va creciendo con el apoyo de sus compañeros de trabajo Limpia, Camila, Jovita y ella quién se encarga de la administración.
Los ingredientes varían, básicamente, conforme a los gustos y preferencias de cada cliente. Los básicos son: harina, huevo, azúcar, dulce de leche, chocolate, leche condensada, crema de leche y vainilla. “Usamos productos de primera calidad. Son productos que hay en el mercado. Yo misma soy quien los busca. El control de calidad es clave en cada proceso. Comprar los ingredientes de calidad es fundamental para lograr los productos deliciosos y bonitos, es lo que buscamos”, cuenta.
Conquistar el paladar de las personas fue un gran desafío para ella, aunque difícil lo logró según sus convicciones. Los invitados de los eventos donde se sirven las “Tortas Dulce María”, hacían el pedido buscando el contacto. Las redes sociales, también se convirtieron en un enorme apoyo a través de Facebook, Instagran, WhatsApp y correo electrónico.
Las historias de las emprendedoras normalmente surgen por “herencia” familiar, pero Liz cuenta orgullosa su negocio fue una motivación propia. Si bien admite que no es fácil, lo gratificante es la buena receptividad de los clientes y la calidad humana de sus empleados.
“Anímense a trabajar con manualidades o comestibles. Dar el primer paso es quizás un poco difícil, pero es necesario para hacer realidad el sueño”, señaló finalmente.