- mayo 2, 2016
AMANA es una firma de diseño y producción artesanal de productos en base al tejido poyvi fundada por Araceli María Allo y Anahi Méndez. Una familia unida en un proyecto empresarial.
Por Nathalia Presentado
npresentado@paraguay.com
«Como primer punto quiero que sepan que este es un emprendimiento de mi hija Araceli Allo de 12 años de edad, pero como es menor de edad la estoy apoyando en este negocio que hace 4 meses viene creciendo a pasos agigantados», empieza diciendo Anahí Méndez. Esta madre quien reside en Asunción, comparte el trabajo y esfuerzo de su pequeña y recuerda en esta entrevista las circunstancias que la llevaron a inicios del 2016 a dar los primeros pasos para poner en marcha junto a su hija, su negocio de diseño y fabricación de productos en base al poyvi.
Araceli y Anahi charlaron con Ella y contaron todos los detalles de cómo nació esta microempresa familiar que está pisando fuerte y por sobretodo, está generando buena receptividad por parte de los clientes.
«Todo inició cuando en el mes de enero estando de vacaciones ambas quisimos re decorar el living y comedor de nuestra casa, empezamos reciclando cosas que ya teníamos. Al final nos faltó una linda alfombra colorida y decidimos buscar por todo Asunción alguna que sea económica y colorida. Como no conseguimos en medio de nuestras vacaciones camino a Encarnación, quedamos en varios puestos en Misiones y Carapeguá donde encontramos una variedad de cosas divinas. Fue ahí cuando Araceli me dice ¿tenemos que venir tan lejos para comprar algo paraguayo?, seguro hay mucha gente que quiere esto mami«, recuerda Anahi.
A raíz de esto madre e hija decidieron emprender un negocio propio, entre constantes diálogos, pruebas y asesoramiento con artesanas del interior del país, las entusiasmadas emprendedoras comenzaban el sueño empresarial.
Pasada una semana de anotaciones, de idas y vueltas, Araceli y Anahi ya tenían la primera producción diseñada, producto que rápidamente empezaron a venderlo vía Facebook e Instagram.
«Decidimos que la forma de vender era mostrando ideas de cómo usar el poyvi. Usamos la creatividad de Araceli y mi pasión por la decoración y mostramos a la gente creaciones e ideas espectaculares», menciona Anahi.
«Lo que enseguida gustó y fue un boom fueron los juegos de individuales. Presentamos las propuestas con mesas puestas para que la gente se imagine con las vajillas de meriendas, almuerzos y hasta cócteles. Después de eso ya fuimos dando ideas de salas con las alfombras y las almohadas con eso es como que generamos una revolución porque daban un colorido espectacular y como la entre estaba acostumbrada a esas almohadas similares pero de origen chino al verlas hechas en poyvi creamos como una locura por tener esas almohadas de poyvi en algún lugar de las casas», recuerda.
Méndez trabaja a tiempo completo en una empresa por lo que sólo podía hacer las entregas de los productos pasadas las 18:00, retornando a casa con Araceli a las 22:00.
«Llegó un momento en que ya no dábamos abasto con las entregas y pedidos, además que Ara ya tenía que volver al colegio, para lo cual le pedimos un espacio de apenas 12 m2 a mi mamá en su oficina para que la gente pueda ir a ver las cosas y comprar ahí. Grande fue nuestra sorpresa que cada día vendíamos más y mi mamá cada vez tuvo que darnos más espacio en su oficina porque cada vez teníamos más mercaderías», recuerda.
En AMANA trabajan de lleno seis personas, empezando por Araceli, Anahí, también se han sumado el papá de la pequeña Ara, Stella Cardozo, Pacholi Méndez y Gladys Carodozo, quienes son madre, hermana y tía de Anahi, quienes se encargan de la atención al cliente y promociones.
«Vendemos productos exclusivamente hechos a mano. Nuestro producto estrella son las creaciones en poyvi, que es un telar elaborado con restos de tela. Hoy ya estamos incursionando también con muebles de Ysypo y otros tipos de materiales que sean artesanales», menciona.
Es un sueño hecho realidad para mí y principalmente porque veo como una idea de mi hija fue tomando forma y hoy a la gente le encanta lo que les proponemos por las redes sociales», cuenta emocionada Anahi.
Mayores retos y satisfacciones
Méndez cuenta que uno de los primeros retos que tuvo que enfrentar fue el de más trabajo luego de finalizar la jornada laboral en la empresa donde prestaba sus servicios. En tanto, para Araceli era lo mismo, porque al salir del colegio tenía que estar pendiente de los materiales faltantes y de próximos diseños.
Otro desafío por el que tuvieron que pasar estas emprendedoras fue la calidad del descanso, clave principal para la productividad.
«Cuando pensamos en el negocio era como una idea de «decoración» que al final se transformó en un negocio. Hoy podemos decir que es un ingreso que puede ayudar a vivir a una familia», menciona Anahi.
«Otro aspecto que para nosotros es el más gratificante es que a través de este emprendimiento estamos dando trabajo a muchísimas artesanas que luchan porque se valore el trabajo que ofrecen. Me reconforta ver la cara de felicidad cuando voy y les compro sumas mucho más de lo que ellas se podían imaginar vender antes», cuenta.
Araceli y Anahi contagian de buena energía y eso se puede notar en las creaciones que realizan,»creo que ese es el secreto de que esto esté saliendo bien. Nos encanta recomendar y asesorar a la gente. Lo hacemos con energía positiva y por sobre todo queremos que nuestros clientes puedan llevar a sus hogares el poyvi y a través de él dar calidez a sus hogares», comentan.
AMANA está vendiendo los artículos de poyvi en San Roque González 1310 en el barrio Villa Morra. Los precios varían, por lo que se pueden encontrar artículos desde G. 20.000 hasta 150.000. «La gente queda asombrada por los precios porque se nota el control de calidad de los artículos», acota.
Para madre e hija ser mujer emprendedora en Paraguay es difícil al principio, pero con dedicación, esfuerzo diario e innovación se pueden obtener grandes resultados.
Hoy en día AMANA ya no solo vende alfombras e individuales, sino que, han apostado por más y ya cuentan con novedosas creaciones como carteras, porta notebooks y otras elaboraciones en base a esta mezcla de colores llamada poyvi.
«Considero que hay que animarse a hacer lo que a uno le gusta. Pensemos que si a nosotros nos gusta hay muchas personas que pueden quererlo. Paraguay tiene muchas riquezas y nuestra artesanía necesita ser valorada», menciona Méndez.
Un desafío de las jóvenes empresarias para este año es la de consolidarse como una empresa y que no sea una simple moda. «Estamos felices y orgullosos de poder colaborar con el crecimiento del país apoyando a los artesanos y fomentando todo lo nacional», finaliza.