Los oídos son una ventana al mundo, por esa razón, cuidarlos es de vital importancia. Los cuidados y limpiezas desde temprana edad son muy importantes, por lo que se deben evitar exponerlos a sonidos muy intensos para prevenir alguna infección o complicaciones.
En los bebés y los niños/as menores de edad, el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno evitan problemas con la adquisición del lenguaje y el aprovechamiento escolar.
Si sos mayor de 40 años de edad lo ideal es que se aplique una audiometría, un examen que tiene como próposito cifrar las alteraciones de la audición en relación con los estímulos acústicos.
Evitá en lo posible:
- Introducir algún objeto en esta zona. El uso del dedo, lapices, hisopos (cotonetes), no son los mecanismos ideales para proteger y limpiar esa zona.
- La exposición a fuertes fuentes de ruido como bocinas, micrófonos, audífonos e ir en demasía en conciertos y discotecas.
- Automedicarte, ni colocarte gotas de ningún tipo, sino es bajo prescripción médida.
- Ante la presencia de un tapón de cerumen (cerilla), es recomendable que acudas a un experto en salud auditiva, para que sea él quien lo extraiga, ya que el médico cuenta con el equipo necesario para la limpieza sin riesgo de causar algún daño.
- Aplicar agua oxigenada, aceite mineral, alcohol, solución salina o cualquier otra sustancia.
- Que los niños se introduzcan semillas o algún otro objeto en los oídos.
La OMS sugiere algunas estrategias de prevención sencillas:
- Vacunar a los niños/as contra las enfermedades propias de la infancia, en particular el sarampión, la meningitis, la rubéola y la parotiditis.
- Aplicar la vacuna contra la rubéola a las mujeres adolescentes y en edad de procrear antes de que se embaracen.
- Efectuar pruebas de detección para descartar la sífilis y otras infecciones en las embarazadas.
- Mejorar la atención prenatal y perinatal, en particular mediante la promoción de los partos sin riesgos.
- Evitar el uso de medicamentos ototóxicos a menos que sean recetados por un médico calificado y la posología sea vigilada cuidadosamente.
- Cuando sea necesario, remitir a los bebés con riesgo elevado de sufrir estos problemas (por ejemplo, los que presentan antecedentes familiares de sordera, peso bajo al nacer o han sufrido asfixia del parto, ictericia neonatal, meningitis, etcétera) para la evaluación y el tratamiento.
- Disminuir la exposición (por motivos de trabajo o personales) a los sonidos y ruidos excesivamente altos mediante la concientización, el uso de dispositivos de protección personal y la aplicación de leyes adecuadas.