1- Apagar la tele: A más televisión, menos felicidad. Un estudio de la Universidad de Maryland basado en datos de tres décadas demostró que las personas felices suelen implicarse más en actividades sociales, dedican más tiempo a leer el periódico y acuden más a las urnas a la hora de votar que las personas infelices. Las personas infelices dedican la mayor parte de su tiempo a ver la televisión.
2-Escuchar músicas alegres: Disfrutá de la sensación del ritmo de melodías alegres. La música incrementa nuestra capacidad para percibir caras felices alrededor, a veces incluso cuando no hay rostros sonrientes que detectar, tal y como demostraba un estudio de la Universidad de Gronigen publicado en la revista PLoS One. Las canciones tristes, según la investigación, tienen el efecto opuesto. Así lo señala un artículo de Muy Interesante.
3-Llamar a tus amigas de infancia: Esos encuentros con seres que una quiso o de quienes se guarda buenos recuerdos hacen muy bien cuando se rescatan en un encuentro. Si salís a tomar un café con tus amigas de infancia y se acuerdan de los vecinos de antes, de los ex compañeros, de los chistes…verás qué bien te hace. Tener amigos beneficia nuestra salud, ahuyenta la depresión, amortigua el estrés y ayuda a la supervivencia estudios llevado a cabo por médicos y psicólogos de las universidades estadounidenses de Brigham Young (Utah) y Carolina del Norte, publicado el año pasado.
4-Jugar con los niños: Los niños y las niñas tienen una energía especial. Si dedicás un tiempo para jugar con tus hijos o los hijos de personas que quieres, puede ayudarte a distraerte y a encontrar la sonrisa en simples cosas y a ejercitar tu ternura y tu alegría. No existen estudios que hablen de este poder que tienen los niños, pero si probás, podés comprobar.
5-Experimentar cosas nuevas: Andar descalza, sentir la tierra, viajar, cocinar, salir con gente que apenas conocés, bailar, ir de pesca, regalar un poema…¿un poema para inspirarse?
Instantes
(Poema cuya autoría se le adjudica a menudo a Jorge Luis Borges)
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años…
y sé que me estoy muriendo.