- enero 3, 2020
Otro año que se fue y nos acompaña la sensación de no haber alcanzado nuestros objetivos. ¿Qué nos aleja de cumplir los propósitos? ¿Cómo entrenar la motivación que nos acerca a la meta? La fórmula consiste en transformar una actitud de abandono por otra de logros; supera el reto en 2015.
Es tiempo de hacer balances, analizar lo conseguido y lo frustrado, e intentar fijar nuevos propósitos ; sin embargo, el frenesí de la época navideña puede desembocar en que, una vez más, los objetivos se marquen desde la impasibilidad del ánimo y como algo rutinario.
La historia de siempre, comienza el año y la actitud se mantiene fuerte frente a los propósitos arrastrada por la sensación de que algo nuevo empieza. Sin embargo, la intensidad se va atenuando y es muy posible que, antes de que termine enero, abandonemos.
El principal problema está en no tener la motivación suficiente para lograr lo que queremos. “Es algo que está en el ambiente pero que no nos proponemos con verdadera serenidad y seriedad para conseguir que se mantenga”, afirma el psicólogo José Elías Fernández.
Entrenar la motivación
El experto explica que gestionar las actitudes implica cambiar la forma de percibir el futuro y la actitud que permite ejercitar la motivación es el optimismo siempre acompañado del buen humor, pero ¿está claro qué implica ser optimista?
La Real Academia Española define el optimismo como la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. El especialista afirma que esta actitud hace “saber que vamos a conseguir esa situación y aunque las cosas en un momento dado vayan mal, vamos a ir avanzando y ser constantes”.
Pero cuidado, “no todo el monte es orégano” y pueden aparecer complicaciones y trabas que no se pueden ignorar.
El psicólogo afirma que existen dos tipos de optimismo: negligente e inteligente y conviene optar por el segundo.
Mientras que el optimismo inteligente “nos permite la visualización, imaginar que todo va a ir bien y que seamos constantes en esa dirección aunque encontremos obstáculos”, el optimismo negligente nos lleva al “todo va bien”, y actuar como si no hubiera ningún problema cuando la realidad no es así.
Al proponerse cambios…
- Saber nombrar las cosas. No hay que hablar de sacrificios sino de constancia y práctica. “Según cómo nombramos las cosas, las situaciones nos afectan de una forma u otra”.
- “Tener el timón de nuestro mundo emocional”. Con esta expresión el psicólogo se refiere a “aprender a disociarse de las situaciones externas y a continuar con los proyectos a pesar de las situaciones conflictivas”. Todo ello para evitar que la ansiedad, el estrés y las preocupaciones nos alejen de nuestros objetivos y que se pueda volver lo antes posible a ellos.
- No querer conseguir todo de golpe. Hay que tener claro qué queremos y tener metas que sean factibles, el objetivo debe estar fraccionado: “un kilo al mes, son doce al año”.
Sustituir positivo por proactivo
“La mayoría de la gente quiere conseguir cosas o actitudes distintas, haciendo siempre lo mismo”, apunta el especialista.
Fernández recuerda que no basta con ser positivo porque si pensar “no te conduce a actuar en esa dirección, el objetivo no será cumplido”. Por ello, recomienda ser proactivo.
Este comportamiento implica tener la capacidad de anticipación a lo que pueda suceder. Para lograr una actitud proactiva de cara a los propósitos, el psicólogo da una serie de pautas que hay que cambiar:
Adiós al “todo va mal”. Al hacer balance, muchas veces pensamos que todo nos va mal cuando no es así. Ser conscientes de que hay cosas que nos van bien nos dará seguridad para el planteamiento de nuestros objetivos, sostiene.
Usar la imaginación: visualizarse de tal forma que la situación sea capaz de generar una activación y una actitud hacia lo que se desea. “ La gente muchas veces piensa e imagina pero sin la capacidad de inundar a su mente de esa energía para generar la acción”.
Definir qué quiero cambiar: Dejar las metas claras y ver cuál es la primera que se va a abordar y la más factible, “así puedo seguir escalando más”.
Premiarse. “Al cumplir las metas, hay que gratificar para beneficiar la autoestima”. EFE