- noviembre 29, 2019
¿Qué idea tenemos de las compras compulsivas?, ¿son un tópico?, ¿por qué le vemos tanto atractivo a este hábito? Hay una respuesta a todos los interrogantes.
Cualquier actividad que sea muy gratificante para el que la haga, puede convertirse en adictiva, aunque siempre dependerá del modo en el que se lleve a cabo, así como de la presencia de algunos factores de riesgo.
Las compras “consumistas” no son una excepción a todo esto y pueden llegar a constituir un problema clínico de falta de control del impulso, además de ocasionar perjuicios en otros áreas de la vida de la persona.
José Antonio Tamayo, psicólogo del Centro Activa Psicología de Madrid, España explica al portal Efesalud por qué puede llegar el consumismo a ser una verdadera adicción y por qué lo utilizamos como método de evasión.
La razón de ser de este potencial adictivo reside en el efecto que produce comprar en el estado emocional del ser humano. “Un adicto a las compras tiene el deseo intenso de hacerse con un artículo sin ser necesario, es decir, el llamado “capricho” y, en la mayoría de las veces, supera las posibilidades económicas. Esta actividad no se planifica, ya que se decide sobre la marcha y tiene carácter impulsivo”, explica Tamayo.
Cuando se compra el objeto, se experimenta una gran excitación emocional. De hecho, cuanto mayor sea el tiempo de espera hasta que la persona se hace con el producto, más aumenta la intensidad del deseo.
Asimismo, hay otras circunstancias, como los conflictos familiares o laborales o la simple monotonía, que pueden contribuir a reforzar el comportamiento consumista y a aliviar los estados desagradables como la ansiedad y la tristeza.
“A nivel neurobiológico, las sustancias adictivas activan un mecanismo mediado por la dopamina, que es la responsable de la sensación de placer. Es probable que este circuito esté implicado en algunas adicciones sociales, como las compras compulsivas”, señala.
No es un trastorno
“Resulta difícil delimitar cuándo el comportamiento de comprar entra dentro de lo normal, cuando es excesivo o cuando llega a ser patológico”. El grado de trastorno depende de lo que cada sociedad considere aceptable para sus miembros, que, a su vez, puede variar según las situaciones. Como asevera el especialista, el concepto de lo normal y lo patológico sigue siendo algo resbaladizo y difuso a la hora de aplicarlo al comportamiento humano.
“En nuestra sociedad se acepta este comportamiento. Es más, se alientan las compras en ciertas festividades o en el periodo de rebajas”.
Gastar por gastar
Vivimos en una sociedad del bienestar y comprar ya no es un medio para alcanzar otros fines, sino que se ha convertido en un fin en sí mismo. “No es anecdótico el hecho de que una afición que comparten muchos miembros de la población consiste en ir de compras”, subraya. Normalmente, se hace en compañía de otras personas. Esto además se confirma a la hora de decir que “nos vamos de compras” y no que “vamos a comprar…”, ya que no se planifica lo que se busca comprar, sino que se decide sobre la marcha.
Entre las razones que favorecen el consumismo, el especialista señala las siguientes:
– Estar a la última: las modas y el deseo de seguirlas para no quedarse desfasados.
– Oportunidades: las rebajas, ofertas y descuentos pueden inducir en el consumidor la idea de que no deben dejar pasar la ocasión. Después, racionalizan la compra como algo necesario o útil.
– Socialización: comprar puede ser pretexto para una situación social, como quedar con amigos o familiares. “De la misma forma que se come y se bebe con más personas aunque no se tenga hambre ni sed, también se puede comprar por comprar para pasar el rato con otros”.
– Desconexión: esta actividad puede servir como una vía de escape ante los problemas. Es un medio para levantar el ánimo o motivarse para hacer algo, como darse un capricho como premio.
Soy comprador compulsivo
Los síntomas que señalan que una persona es dependiente de las compras son, como apunta el psicólogo:
- Deseo muy intenso de realizar la compra, que muchas veces se describe como una sensación irrefrenable o irresistible.
- Sensación de pérdida de control para evitar, detener la compra o dedicarle menos gasto del inicialmente previsto.
- El hábito invade progresivamente todas las facetas de la vida de la persona y llega a ocupar un lugar preponderante entre sus acciones.
- Malestar cuando no puede llevarse a cabo la adquisición que se desea. Esto produce nerviosismo, impaciencia e irritabilidad.
- Consecuencias adversas (problemas económicos, laborales, familiares o sufrimiento personal).
Puedo dejarlo cuando quiera
Esta adicción tiene tratamiento, y es que se siguen los mismos métodos que con todos los comportamientos psicológicos de este tipo:
- Concienciación acerca de la existencia del problema y su naturaleza.
- Motivación hacia el cambio.
- Colaboración del entorno más próximo (familia, amigos).
- Técnicas que conducen a adquirir el control deseado.
Es importante consultar a un profesional en psicología cuando existan dudas sobre la presencia de este problema, pues no todas las compras que tienen características compulsivas o innecesarias son sintomáticas de una adicción.
¿Son ellas las grandes adictas?
La diferencia entre hombres y mujeres en este aspecto se encuentra en el tipo de productos que estos adquieren y no en la adicción a las compras, al contrario de lo que se suele pensar. Ellas se decantan más por la cosmética, la ropa o los accesorios, mientras que los varones se inclinan más por las nuevas tecnologías.
La causa de que sea el sexo femenino el que disfrute, en muchas ocasiones, más de este hábito es que tiene una mayor preferencia por relacionarse con otras personas y lo hacen a través de las compras.