Verde que te quiero verde

  • La etiqueta verde se alza como paradigma de lo moderno y lo progre, y aunque la moda es un sector en el que cuesta vender prendas “sostenibles”, jóvenes diseñadores, pequeñas empresas y grandes firmas no quieren perder el tren de lo “ecofriendly”. Pero ¿qué necesita una prenda para ser sostenible?.

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    ”Es complejo dar una definición de moda sostenible”, advierte Gema Gómez, directora de la asociación SlowFashionSpain en una entrevista con Efe Estilo, una asociación que fomenta las buenas prácticas medioambientales y éticas del sector de la distribución textil.

    Para que una firma sea sostenible no solo debe “implementar criterios de sostenibilidad” en lo referente a los recursos empleados -agua, químicos o logística- sino que también debe respetar los derechos de sus trabajadores en España y en otros países, apunta.

    La modelo Cara Delevigne abre el desfile de la casa Chanel para el próximo otoño/invierno 2014/2015/Imagen cedida por Chanel/EFE

    La modelo Cara Delevigne abre el desfile de la casa Chanel para el próximo otoño/invierno 2014/2015/Imagen cedida por Chanel/EFE

    Aún así, todos estos cambios “no valdrán nada si la empresa y el consumidor no apuesta por el decrecimiento”, puntualiza esta experta en relación al exagerado número de prendas que consume al año un ciudadano y que apela al status de “consumidor slow”.

    Consumidor “slow”

    El mayor círculo de vida de una prenda es la de su uso, no valdrá nada que una camiseta esté hecha en algodón ecológico si el consumidor “la lava cada vez que se la pone, con la lavadora a medio carga y con detergentes no respetuosos con el medio ambiente”, puntualiza.

    Ser un “consumidor slow” implica asumir que se debe comprar menos ropa, pero de mejor calidad y no olvidarse de apoyar a firmas emprendedoras, que se han embarcado en una iniciativa complicada, “no tanto por ganar dinero, como por conciencia”, añade.

    En este ámbito, las cosas están cambiando poco a poco y aunque España está todavía muy por detrás del resto de Europa, el territorio nacional cuenta con iniciativas muy respetables como The IOU Project, un proyecto con numerosos reconocimientos internacionales que distribuye prendas de corte moderno y cuyos compradores pueden averiguar quién, cómo y dónde se realizó esa prenda gracias a un código QR.

    Los grandes de la distribución tampoco quieren perder el tren de la moda ecológica: H&M presenta anualmente su informe de sostenibilidad anual acompañado por una cuidada colección de prendas para la alfombra roja hechas a partir de fibras recicladas, y firmas de lujo como Stella McCartney y Chanel se niegan a utilizar pieles en sus diseños, un material que han sustituido por piel sintética.

    Otros como Levi’s han preferido aplicar un drástico plan de reducción de agua en el proceso de teñido de sus prendas y completan estas medidas con una serie de pautas para que el consumidor sea respetuoso con el medioambiente: “Lava en frío, lava menos y dona la ropa cuando te vayas a deshacer de ella”.

    ¿Moda sostenible o ecomarketing?

    Pero la etiqueta verde se utiliza con demasiada facilidad y sin tener en cuenta todos los factores implicados. ¿Es verdaderamente sostenible una prenda hecha de algodón ecológico que crece en un país -prioritariamente en Asia-, se manufactura en Marruecos, y finalmente viaja hasta los mercados de Estados Unidos y Europa en busca del consumidor final?

    “Antes de llegar a las tiendas la ropa ha dado tres veces la vuelta al mundo y eso no es nada sostenible”, aduce Gema Gómez, toda una experta en el sector que después de trabajar como diseñadora en dos grandes marcas de moda y darse cuenta de que “las cosas no se estaban haciendo bien”, decidió constituir la asociación que hoy preside.

    Las cifras son escalofriantes, para hacer una sola camiseta se emplean 2.700 litros de agua mientras que en el caso de Estados Unidos, cada año se tiran a la basura 12,4 millones de toneladas de ropa que se ha usado una media de 6 veces, denuncian distintas asociaciones. Y es que la prenda “más ecológica es la que ya está hecha”, sentencia Gómez.EFE

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