La severidad sugerente de un Jason Wu reinó en la jornada de hoy en la Semana de la Moda de Nueva York, en la que la presencia oriental ha virado del mimetismo con el sistema del diseñador taiwanés y de Alexander Wang a la producción por y para orientales de Mongol o Concept Korea, vistas también.
Wu, nacido en Taipei pero criado en países anglosajones, reafirmó su poder para el arte de fascinar sin un ápice de innovación. Es más, el conservadurismo del que es uno de los diseñadores de cabecera de Michelle Obama y también director creativo de Hugo Boss es cada vez más acusado y excelente.
El taiwanés partió de una base tan obvia como a menudo obviada por los grandes diseñadores: que en la temporada de otoño/invierno hace frío y hay abrigarse y que la paleta de colores se apaga, centrándose en el tabaco, el negro y el gris marengo.
Con elementos tan convencionales, Wu volvió a dar con el intangible tejido de la elegancia, jugando con las líneas limpias, las caídas rectas y el uso a las pieles como elemento troncal de su nueva colección.
Estas se filtran de manera sorprendente como prenda interior debajo de chaquetas de algodón, aparecen puntualmente en las solapas, se convierten en bandas para un traje de chaqueta y vuelven por sus fueros en voluminosos chalecos y abrigos, aunque siempre evitan la opulencia.
Wu dosifica la informalidad creando un espejismo de descamisado en sus prendas más vaporosas, como también mide el erotismo con las transparencias cuando llega la noche, castra la cola de las faldas de apertura central o aplaca el fulgor del brillo escamado de algunas de sus propuestas.
Una colección en la que la seriedad se impone como antónimo del aburrimiento y en la que lo deslumbrante tiene que ver con lo discreto.
Wu, al igual que otro diseñador de origen taiwanés como Alexander Wang (también director creativo de Balenciaga), reafirma su condición de niño adoptivo de la moda estadounidense, pero hoy se vio cómo la moda oriental ya no pide permiso a los cánones occidentales para exhibir sus colecciones en Nueva York.
Frente al purismo de Milán y París, estaba claro que Nueva York, más abierto a las propuestas más frescas y, también, a las empresas que montan su pasarela con la chequera por delante, sería la primera Semana de la Moda en sucumbir a la que ha sido definida como una invasión oriental.
Incluso la gala de mayo del Met (Museo Metropolitano), siempre acompañada de su consiguiente exposición supervisada por la editora de Vogue Estados Unidos, Anna Wintour, se dedicará este año a la moda china desde sus orígenes ancestrales bajo el título de «China: a través de la lupa».
Y es que, tradicionalmente condenada a las fases menos nobles de la industria textil, poco a poco va reclamando no solo sus ambiciones de excelencia y sofisticación, sino también su potencia como gran coloso productor y consumidor.
Hoy desfilaron la coalición de diseñadores coreanos Concept Korea y la firma Mongol, de la diseñadora de Ulán Bator Bayarmaa Bayarkhuu, una especie de celebridad local que copia la dinámica de «it girl» (esas famosas cuyo mérito es pasear de fiesta en fiesta) de una Miroslava Duma o una Olivia Palermo.
Los primeros mostraron prendas difíciles de valorar por el público occidental, aunque tampoco parecía ese su objetivo. La segunda, si bien intentó acercarse más al concepto urbano neoyorquino en algunas de las propuestas de una extensísima colección, logró mejores resultados cuando expuso sin pudor sus modelos de inspiración imperial.
Con música mongola en directo, la reinvención del kimono con escote, los pendientes de decímetros de longitud triunfaron donde fracasaron los trajes más urbanos y el juego de transparencias plásticas.
De un lado, la ambición en la ruptura de volúmenes, en las arriesgadas asimetrías y en el uso de dorados, plateados y fluorescentes. Del otro, un trabajo todavía demasiado grueso de los materiales, con una contundencia demasiado estática para la pasarela.
A este despliegue apabullante de propuestas inconexas de Mongol seguirán mañana Asia Fashion Collection y Son Jung Wan. El domingo será el turno de la colección de la otrora banquera de inversión Vivienne Hu, la de la china Ran Fan y el coreano Park Choonmoo y los días siguientes desfilarán Taoray Wang, Vivinne Tam, Oudifu y Lie Sangbong, entre otros. EFE