Las colecciones crucero de las firmas de lujo ganan peso en el mundo de la moda, pero … ¿qué es una colección crucero?
En el milimetrado y sosegado ecosistema del mundo del lujo, donde cada lanzamiento está enmarcado en una hermética estrategia empresarial y cada novedad debe vibrar al compás de un vetusto legado histórico, un elemento extraño se hace hueco con fuerza: las colecciones crucero.
Este nuevo formato se presenta siempre en los albores de la primavera y en su origen tenía como finalidad proveer con ropa de entretiempo a la aristocracia que, en barco, escapaban del frío invierno europeo en busca de zonas más cálida.
Moda para países emergentes
Louis Vuitton y Chanel acaban de presentar las suyas con tanta pompa y fasto como sus imprescindibles desfiles de París, aunque en Mónaco y Dubai. Dos destinos que evidencian la intención de estas grandes firmas por agasajar al fiel cliente de mercados emergentes, que tanto le ha ayudado a sortear la crisis.
No por casualidad, la todopoderosa Chanel ha trasladado su conservador y sofisticado imaginario francés al mundo árabe, con recatadas modelos vestidas con kaftan, y coloridas chaquetas de tweed acompañadas por pantalones bombachos al más puro “Las Mil y Una Noches”.
Por si fuera poco evidente, cada estilismo estaba coronado con una media luna árnabe realizada en brillantes materiales, que las modelos acompañaban con prendas rematadas en apliques de pedrería, lentejuelas y tonos que transitaban desde el dorado hasta el rojo granada.
Louis Vuitton en cambio optó por una colección estructurada, de lineas rectas, e inspirada en el estilo inglés de los setenta: chaquetas de cuero, gabardinas de charol y faldas por encima de la rodilla acompañadas por botas de tacón y caña alta, en una paleta de camel, azul y ocres.
Un público ávido de tendencias
“Con el avance de internet, las tendencias se queman antes. Cuando la ropa de pasarela llega a las tiendas, la gente ya lo ha visto muchas veces en televisión e internet y ya está cansada”, argumenta Luis Lara, experto en internacionalización del ISEM Fashion Business School, en declaraciones a Efe Estilo.
Esta circunstancia unida al auge y el éxito del “fast-fashion“, “modelo Zara” para los desconocedores de la jerga o “democratización de la moda” para los intelectuales, y cuya fórmula consiste en ofrecer prendas de diseño, precios asequibles, y renovar cada semana la tienda con diseños nuevos, ha conseguido que “todo se acelere”.
Las grandes firmas de moda no quieren perder el compás y han encontrado en estas colecciones una manera de “generar interés” hacia su marca “más veces al año”, salirse del atrofiado calendario regido por dos pasarelas al año y, de paso, rescatar parte de su legado -su mayor activo-.
Aprender del consumidor
Este tipo de colecciones también permite “aprender” del caprichoso consumidor: aquellas prendas de la colección crucero que se vendan “permanecerán en la siguiente colección y las que no, desaparecerán”, argumenta Lara.
Aunque la gente ya no viaje en crucero, un consumidor cosmopolita y global, que viaja o vive en zonas donde el clima no se corresponde con las endiosadas pasarelas europeas, demanda, según aseguran, este tipo de prendas.
Y es que el mercado de estas marcas ya no es europeo sino global, y si este tipo de nuevas colecciones permite “no quedarse atrás” frente a la pujanza del “fast fashion”, en los últimos años “está hablando el lenguaje del lujo”, no hace falta más que entrar en una tienda de Zara y ver cómo ha cambiado.
“El cliente que va por una calle como Serrano y entra en Zara, luego en Bimba y Lola, más tarde en Loewe y en Prada, no nota tanto la diferencia salvo en el precio, todas son tiendas muy cuidadas, en las que se invierte cada vez más”, explica Lara.
Aunque hay hueco para todos en el mercado global, las grandes firmas deben moverse ante este tipo de movimients y lo hacen “con algo que el fast-fashion no puede hacer, que es hablar de su historia”, argumenta.
“Hace años preguntaron a Bernard Arnault -mayor accionista de Louis Vuitton-, qué pensaba sobre Apple y el respondió: ‘Es una marca interesante, pero no sé si dentro de 50 años existirá Apple, lo que sí tengo claro es que dentro de 50 años existirá Vuitton’”, señala Lara ante la pregunta de cuánto está el estricto modelo de la firmas de lujo dispuestas a cambiar.
Mal no les está saliendo, según la consultora Bain and Company, de 2011 a 2013 -los peores años de crisis- el mercado del lujo creció con cifras de hasta dos dígitos y este ejercicio parece que “se estabilizará” con unas cifras que rondarán entre el 4 y el 6 por ciento, gracias como no, a los mercados emergentes.EFE