- enero 7, 2014
Urban Outfitters volvió a despertar todas las iras en EE.UU al vender camisetas con esas estampas.
La cadena de tiendas, la más popular entre los jóvenes modernos de EE.UU., tuvo que retirar de la venta la camiseta esta semana tras una sonora oleada de críticas en las redes sociales por «tratar de convertir en moda una enfermedad mental».
Después de verse durante horas de nuevo en el centro del huracán, la empresa anunció en Twitter que dejaba de vender la camiseta, no sin antes explicar que su intención nunca fue la de «hacer atractiva una enfermedad mental».
La prenda de la discordia es una camiseta de manga corta, que deja el vientre al aire, de color blanco de fondo y la palabra «depression» (depresión, en inglés) en negro y en diferentes tamaños, porque «Depression» es precisamente el nombre de la marca que la diseñó.
«Depression» es una pequeña firma de Singapur que lanzó esta prenda para conmemorar su séptimo aniversario, según explicaron sus creadores, sorprendidos al verse envueltos en esta controversia.
Kenny Lim y Andrew Low se conocieron hace 12 años en una importante empresa de publicidad y, cinco años después, a raíz de la «depresión» que les provocó ese estilo de vida, decidieron dejarlo todo y empezar de cero su propia marca de moda.
«Decidimos llamar a nuestra pequeña tienda ‘Depression’ como un recordatorio de que no debíamos deprimirnos y de que si no te gusta la manera en que vives, tienes el poder de cambiarla», explicaron.
Los dueños de Urban Outfitters argumentaron que, con la venta de la camiseta, solo buscaban apoyar a una pequeña marca, pero en ningún caso intentar dar un toque moderno a una enfermedad.
Esta tienda, que es algo así como el paraíso de los ‘hipsters’, ya está acostumbrada a pedir perdón. En su lista de ofendidos: los irlandeses, las mujeres con problemas de peso, las asociaciones que luchan contra el alcoholismo, los judíos, y hasta el propio presidente de los EE.UU.
Las camisetas, siempre en el límite de la ocurrencia, traen por la calle de la amargura a la tienda en la que se visten, o al menos se inspiran, los jóvenes más modernos de todo el país.
En 2010, la cadena hizo saltar todas las alarmas al vender una camiseta en la que solo ponía y en letras bien grandes «Eat less», es decir, «come menos».
A los irlandeses, las ofensas les llegaron en camisetas, gorras y tazas, y con mensajes que abundan en el tópico de la bebida: «Bésame, estoy borracho, soy irlandés, o lo que sea».
En 2012, la tienda sublevó a una de las comunidades más poderosas de EE.UU., la judía. El enfado vino porque se interpretó que una camiseta llevaba bordada una estrella similar a la insignia con la que los judíos fueron marcados durante el Holocausto.
En otras ocasiones, la tienda ha levantado regueros de pólvora no con una camiseta, sino con una colección entera. Como la dedicada al estilo navajo, inspirada en la artesanía indígena del suroeste de EE.UU.
Este caso soliviantó a los historiadores, que consideraron que vender «braguitas navajo» era ridiculizar a los nativos americanos y recordaron a Urban Outfitters que la ley prohíbe comercializar productos en los que se dé a entender que han sido producidos por las tribus indígenas si estas no han participado en su elaboración.
Por si con este historial no había suficiente, en el haber de la cadena ‘hipster’ también esta un error de categoría presidencial: durante unos días en su página web uno de los colores en los que se podía encargar una camiseta básica era el «negro Obama». EFE