La Semana de la Moda de París entró en movimiento con el viaje espacial del modisto francés Jean Paul Gaultier y con la colección de circulación por carretera de los holandeses Viktor&Rolf, presentada con música en directo.
El público, entre el que se encontraba la cantante Rihanna, estaba sentado en el espacio concebido para las reuniones del Comité Central, mientras que modelos de toda edad y condición -incluidas familias «punk» con niños- iban embarcando en una supuesta nave espacial.
«Hay una mezcla de todo: espacial, glitter, disco, años ochenta y también futurista», explicó Gaultier al final de un desfile que abrió la coreógrafa española Blanca Li con las consignas de seguridad para el vuelo, como si fuera una azafata.
Este viaje tuvo sabor británico: mientras sonaba el «Good Save the Queen» aparecían prendas íntegramente construidas con la «Union Jack», bajo coronas vistas por Gaultier.
Cremalleras, monos, materiales acolchados, cazadoras voluminosas ajustadas con un cinturón, cuadros escoceses, botas Dr. Martens y superposiciones semitransparentes fueron algunas de las ideas de unos diseños que rindieron homenaje a los metalizados.
La colección de Viktor&Rolf fue tan urbana que se impregnó de tonalidades asfalto, formas longitudinales por las que circuló la mirada y dibujos que evocaron la sencillez de la pintura de la calzada.
La pasarela se convirtió en una carretera, iluminada por tres farolas a diferentes alturas, que se situó sobre un fondo de vías de circulación vistas desde las alturas.
La cantante y guitarrista Joan as a Police Woman amenizó el evento, desde el centro del circuito, y se convirtió así en una agente de policía que dirigió la circulación con música.
Por el carril de la derecha aparecieron los primeros vestidos, holgados y asimétricos como un pavimento fluido, en movimiento. Esta cadencia se acrecentó en algunos modelos que cayeron hasta los tobillos por un lado, como una senda que se deja atrás, y se mantuvieron en la cadera en el otro.
Un trampantojo esquemático simuló la silueta de un mono corto sobre un mono largo y representó un vestido drapeado, cuyos pliegues parecían carriles.
Las bandas de aplicaciones brillantes en el frente imaginaron el reflejo de los faros, en una colección de otoño-invierno que sólo salió de los grises, negros, blancos y azules testimoniales, con un rosa flúor.
Coincidiendo con la Semana de la Moda de París, la firma de calzado y bolsos Roger Vivier dio a conocer su colección de prêt-à-porter otoño-invierno que destaca por una amplia y llamativa paleta de color y la incorporación de un nuevo tacón, de tipo campero.
La firma, que fue adquirida por el empresario italiano Diego della Valle poco después de la desaparición de su fundador, continúa trabajando las referencias de una de las personas que más han influido en la historia del calzado del siglo XX.
El icónico tacón «virgule», que se dobla como el signo de puntuación de la coma, se aplicó ahora por primera vez en botas y botines y se asoció con la puntera cuadrada.
Los salones de la Casa de América Latina se ambientaron como un bazar, con alfombras enrolladas y sacos de especias, para acoger unos diseños de estampado de leopardo sobre un fondo de raso fucsia, amarillo o rojo, con manchas de terciopelo.
Unas plumas recortadas subieron como flecos por un par de botines, mientras que los cristales de Swarovski forraron modelos de noche y fiesta.
En el calendario oficial, hoy también desfilaron, entre otros, Vivienne Westwood, Comme des Garçons y Junya Watanabe. EFE
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