“Cuando la moda es un arte” (Lunwerg) repasa 80 modelos emblemáticos del mundo de la moda y descubre las claves de su éxito.
La moda, en su máxima expresión, “tipifica y esclarece actitudes de una era”, ya que conforma generaciones y define cambios, explica la autora, Marnie Fogg, en este libro con fotografías, citas y biografías publicado en español por Lunwerg que repasa 80 diseños relevantes del mundo de la moda.
“¿Qué es lo que convierte un diseño en un clásico imperecedero?”, es la cuestión que trata de resolver “Cuando la moda es un arte”
Es difícil definir las claves del éxito que transforman un “must” de temporada en un clásico imperecedero, aunque para la directora de comunicación de Lunwerg, Lola Escudero, sí que existen ciertas características que protegen un diseño contra la herrumbre del tiempo, como su capacidad de “transgresión y ruptura”, ha explicado.
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La II Guerra Mundial propició una moda masculinizada, mustia y excesivamente funcional que obtuvo con el “New Look” de Dior una contundente respuesta. Christian Dior volvió a apostar por las líneas femeninas y ceñidas que, a su vez, fueron desdeñadas por la siguiente reina de la alta costura, Mademoiselle Coco Chanel.
Cuestionar lo que ya se ha hecho, aportar algo diferente y “conectar con las necesidades de la mujer y del hombre de cada tiempo” componen el manual de estilo de cualquier diseñador que aspire a crear prendas eternas, como la chaqueta de “tweed” que popularizó Coco Chanel, el esmoquin femenino de Yves Saint Laurent o el vestido saco que Givenchy y Balenciaga crearon en 1957.
El público busca, según la época, libertad o recato, originalidad o tradición, exotismo o moda comedida, y la satisfacción de esas necesidades es lo que convierte un diseño en hito. El busco cónico de Jean Paul Gaultier que inmortalizó Madonna en los 90 o el bañador de dos piezas que idearon Louis Réard y Jacques Heim son ejemplos de cómo una prenda puede convertirse en símbolo de toda una generación.
Precisamente, el biquini de Réar y Heim representó “una era de libertad y licencia sexual durante la posguerra”, explica Lola Escudero, aunque los posados de Marylin Monroe yBrigitte Bardot también ayudaron al apoteosis de ese minúsculo traje de baño que, por dejar al descubierto zonas erógenas, no fue aceptado hasta 1960.
Elsa Schiaparelli encargó a Salvador Dalí que dibujara un crustáceo en un vestido, a imitación del Teléfono Langosta
La relación entre moda y cine también ocupa un lugar privilegiado en “Cuando la moda es un arte”. La cazadora de cuero negra que hizo irresistible a Marlon Brando en “Salvaje” (1953), los ajustados pantalones vaqueros deJames Dean en “Rebelde sin causa” (1955) o el fabuloso vestuario que recreó Ralph Lauren en “El gran Gatsby” (1974) revelan que el hábito también hace al monje.
El surrealismo ha provocado sugestión y escapismo tanto en el arte como en la moda. Si el gran Salvador Dalí fue el pintor español más representativo de esta corriente, su gran valedora en la alta costura es Elsa Schiaparelli, quien pidió a Dalí que pintara una langosta en la parte delantera de un vestido a imitación del crustáceo que adorna el famoso Teléfono Langosta (1936).
La utilización de la moda como vehículo de protesta (Vivienne Westwood o Alexander McQueen), la ostentosidad como reivindicación (Versace) o la deconstrucción como proceso subversivo (Martin Margiela) son otros procesos que desgrana este libro, dispuesto a reunir los diseños más relevantes de los últimos 100 años.