Semana de la Moda de Nueva York afronta una edición llena de cambios

  • La Semana de la Moda de Nueva York que comienza este jueves será la primera tras la muerte de Oscar de la Renta y la última que tendrá lugar en el Lincoln Center, además de afrontar un pronóstico meteorológico gélido y ser uno de los eventos más rentables de cuantos suceden en Manhattan a lo largo del año.

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    En el mundo de la moda, seis meses dan tiempo a que pasen muchas cosas. Uno de los pocos que, en cambio, supo detenerlo y luchar contra lo efímero con diseños atemporales, el gran diseñador dominicano Oscar de la Renta, falleció el pasado octubre.

    Esta Semana de la Moda de Nueva York nace, así, huérfana de uno de sus iconos y durará hasta el 19 de febrero.

    La supervivencia de la marca a la muerte de su creador llevará todas las cámaras el 17 de febrero al primer desfile con el nuevo director creativo de la marca, Peter Copping, llegado desde Nina Ricci.

    De la Renta era el decano de los grandes nombres latinos en esta pasarela, que seguirá contando con la venezolana Carolina Herrera, quintaesencia de la sofisticación de alcurnia en Nueva York, o con el ritmo ascendente hacia la genialidad de Narciso Rodríguez, de origen cubano.

    Ellos dignifican una pasarela en muchas ocasiones acusada de comercial, lo cual no tiene por qué ser malo, pues atrae también a firmas más desenfadadas y conectadas con el ciudadano de a pie como las catalanas Custo Barcelona o Desigual.

    La representación española se completa con la casi alta costura de Delpozo, con Josep Font como diseñador, o las propuestas siempre delicadas de Pedro del Hierro, con Carmen March en las labores creativas, además de la segunda ronda del primitivo y genial Echeverría.

    La representación latinoamericana sigue teniendo a nombres ya clásicos como Carlos Campos, Rolando Santana o Ángel Sánchez, y sumará un nuevo fichaje en la programación oficial, la chilena Lupe Gajardo.

    En estos últimos seis meses, la comunidad de vecinos del Lincoln Center también ha ganado la batalla a la Semana de la Moda y ha conseguido que esta temporada otoño/invierno 2015-2016 sea la ultima que pisotee con sus carpas la plaza aledaña a la ópera metropolitana.

    Sin saber todavía dónde se ubicará el próximo septiembre, lo que está claro es que no volverá a una ubicación que le ha durado apenas cuatro años y que fue propuesta como alternativa al Bryant Park.

    No obstante, para los más entendidos, ya hacía tiempo que el Lincoln Center no era el epicentro de las tendencias, pues la mayoría de diseñadores de desligaron de la sede oficial para ofrecer espacios más innovadores y flexibles para mostrar sus diseños.

    Así lo hacen algunos de los nombres más esperados, como Marc Jacobs, el dúo Proenza Shouler, Jason Wu, Tommy Hilfiger, cuyos desfiles son casi superproducciones, o Alexander Wang, que casi eclipsa sus colecciones con sus fiestas, a las que acuden todas las celebridades que orbitan en esta Fashion Week.

    Y es que Nueva York es, sin los complejos puristas de Milán o París, la Semana de la Moda más abierta a dejar la moda en un segundo plano, bien sea por la atracción mediática del intrusismo de distintas estrellas de la música o el cine (Victoria Beckham o Britney Spears han presentado sus colecciones aquí) o bien en pos del dinero contante y sonante.

    Según el medio especializado en economía CNBC, la Fashion Week deja cada año 900 millones de dólares a la ciudad de Nueva York, de los cuales 532 millones son en gasto turístico, pues los visitantes que atrae son, por deformación profesional, más consumistas que los que acuden a, por ejemplo, los eventos deportivos.

    Por eso, una de las grandes amenazas para esta edición es que las previsiones meteorológicas frenen la máquina de hacer dinero y provoquen retrasos en los vuelos o no inviten a la gente a salir y de «shopping», por no hablar de lo difícil que es mantener el glamour a los -15 grados centígrados que se esperan para el fin de semana. EFE

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