Con estrellas, alfileres, candados y corazones, la firma Schiaparelli mostró en la Semana de la Alta Costura de París la vitalidad de un equipo interno creativo que ha concebido esta tercera colección de la nueva etapa de la casa.
El modisto italiano Marco Zanini firmó los dos primeros repertorios de este resurgir, antes de que finalizara su colaboración con esta marca del empresario Diego della Valle el pasado mes de noviembre, sin que se indicaran los motivos de tan abrupta ruptura.
Su nombramiento como director creativo había sido uno de los más esperados del mundo de la moda y su partida tras casi 14 meses deja descabezada a una de las «maisons» que aspira a recuperar el esplendor perdido por seis décadas de inactividad.
En esta coyuntura, el equipo de diseño interno ha asumido las riendas y ha confeccionado una tercera colección que mantiene a Schiaparelli en el calendario oficial de la Cámara Sindical de la Alta Costura.
Para esta presentación en la Plaza Vendôme, en las cercanías del histórico taller de la modista surrealista, la casa optó por retomar las colaboraciones con otros artistas, como había hecho con Christian Lacroix.
En este caso fue el polifacético Jean-Paul Goude, autor entre otros del vídeo promocional de «Égoïste» de Chanel, quien aceptó la invitación para organizar la puesta en escena de un desfile que actualizó piezas emblemáticas de la modista.
La sala estaba recubierta de paneles de espejos que reflejaron la luz rosa que se tornó ácida al comenzar el espectáculo y vibraron de forma consciente con los graves de la versión de ritmos africanos del «Bolero» de Maurice Ravel, que estuvo acompañada por un coro.
Su participación se integra en la estela del proceso creativo de Elsa Schiaparelli, quien en el estimulante París de las vanguardias supo rodearse de artistas, como Salvador Dalí, Jean Cocteau o Alberto Giacometti, y así lo plasmó en su obra.
Fruto de la relación con el surrealista de Figueres surgió el vestido «Skeleton» (Esqueleto), que dibujaba en relieve la osamenta del torso, y que regresó hoy a la pasarela con bordados en forma de cadena, lentejuelas mates y perlas doradas de cristal.
Esta colección de primavera-verano recuperó algunos de los símbolos de la fundadora, como las estrellas, que se unieron en organza de seda azul noche para configurar un «top» con la espalda al descubierto, o los corazones rotos bordados en relieve en diferentes tonalidades.
Si Elsa Schiaparelli rompió con las convenciones de su época al exponer las cremalleras a la vista, la casa intentó hoy buscar la sorpresa con estos cierres en colores llamativos y en lugares poco habituales, sobre todo para una colección de Alta Costura.
Las piezas de esta casa suelen esconder sorpresas, como la de la espalda de un vestido verde esmeralda en satén de seda en la que estaban estampadas unas manos que parecían sostener una cadena con los dedos.
Los alfileres se prendieron de los diseños como sobre un modelo en construcción o sobre un acerico y configuraron originales joyas, al igual que las formas que reprodujeron cornucopias y candados.
Schiaparelli abrió la jornada de una Semana de la Alta Costura que comenzó anoche con Atelier Versace y se prolongará hasta el próximo jueves. EFE