El lado más romántico de los años veinte

  • La Semana de la Moda de Nueva York recibió por todo lo alto a dos de las diseñadoras más habituales y destacadas de la cita, las británicas Georgina Chapman y Keren Craig, que volvieron a demostrar que en cuestiones de romanticismo la pasarela neyorquina solo tiene un nombre, y es el de Marchesa.

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    La esencia más delicada de la firma despertó a la semana de desfiles con una propuesta inspirada en el charlestón que contraponía la tentación del rojo y el negro a la delicadeza del blanco, y que reivindicó de nuevo que, en cuestiones de feminidad, todavía no hay rival para esta marca con orígenes londinenses.

    Un desfile de tul, flecos y apliques de flores para guiñar el ojo a los locos años veinte, y que abrió y cerró una de las grandes de la pasarela, la supermodelo checa Karolina Kurkova, quien quitó el aliento al despedirse con un delicado juego de transparencias y pedrería que dejaba muy poco a la imaginación.

    Vestidos a partir de plumas y flecos oscuros, en rojo cereza y azabache, se medían con diseños livianos de los mismos materiales en gris perla y blanco, y con labios burdeos y ondas en el pelo, las modelos desfilaron evocando a las noches neoyorquinas de jazz en blanco y negro.

    También desórdenes de tul, escotes en «v», espaldas de infarto y contraposiciones de capas de flecos brillantes en vestidos que llamaban a gritos a la alfombra roja de Hollywood, como ya es habitual en la marca, que acostumbra a vestir a destacadas actrices en citas tan especiales como los Óscar.

    Quizás para buscar inspiración, la conocida actriz estadounidense Blake Lively acudía hoy totalmente recuperada de su embarazo al desfile, que se celebró en el elegante hotel de lujo St. Regis, inaugurado por primera vez en 1904, y donde solían vivir Salvador Dalí y Gala en invierno.

    Especializadas en moda femenina de lujo, Georgina Chapman y Keren Craig, se conocieron en el Chelsea College of Art and Design en Londres y establecieron en la ciudad de los rascacielos la que es, once años después, una de las marcas más veneradas por la moda.

    Hoy volvieron a pisar fuerte y crearon su propia tendencia, apostando por el eco de los años veinte que no acabó de triunfar la temporada pasada, y reivindicando un estilo propio para una mujer de bandera, dando una versión contemporánea de «La rubia platino» Jean Harlow.

    Una apuesta de lujo para el penúltimo día de las jornadas más esperadas por los neoyorquinos aficionados a la moda, que antes de revivir el sueño tardío de Marchesa aplaudieron las propias propuestas de firmas tan destacadas como Hugo Boss, Carolina Herrera, Oscar de la Renta o Tommy Hilfiger. EFE

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