Si la grasa no es mucha no habría ningún problema en dejarla pero si la comida presenta una capa muy gruesa es preferible extraerla.
Tan sólo necesitás unas cuantas láminas de papel absorbente de cocina. Tomá dos hojas y doblalas en cuatro. Ahora sólo tenés que pasarlas por la superficie del caldo. Hacé con cuidado y no sumerjas el papel en el caldo.
El papel absorbente quedara mojado por la grasa y no por el caldo y se mantendrá el color blanco casi intacto. Tras hacer un par de veces la misma operación casi toda la grasa desaparecerá.
