El anuncio de Navidad de la empresa sueca Ikea consigue 2,5 millones de visualizaciones en Youtube repitiendo fórmula de marketing: apelar a los sentimientos del consumidor.
Los niños no necesitan más regalos, sino dedicación y tiempo por parte de sus padres, ese es el mensaje del anuncio “Otra Navidad“, de Ikea, una llamada a las emociones que replantea el sentido de estas fiestas navideñas, aprovechadas por los padres para redimir sus errores por la vía material.
“Tiempo, cosquillas, más caso, cenas familiares, cuentos y juegos”, eso es lo que piden los niños a sus padres en el anuncio navideño de Ikea, que ha reunido a diez pequeños anónimos para que, además de la carta a los Reyes Magos, escriban otra a sus progenitores pidiéndoles algo por Navidad. La mayoría de niños coincide en sus peticiones, menos regalos “y más tiempo y cariño”.
La felicidad, para la psicóloga Patricia Ramírez, reside “en las vivencias, y no en las cosas materiales”. “Los niños recordarán”, en la edad adulta, las experiencias vividas, “y no sus mejores regalos”, advierte la especialista, quien alaba la campaña de Ikea por su poder para generar “identificación y empatía”, algo que beneficia a la marca porque la gente compra “donde le comprenden”.
Amueblar la cabeza en Navidad
Con un lema, “la Navidad nos desamuebla la cabeza, nada como el hogar para volver a amueblarla”, el inteligente anuncio de Ikea, que reproduce la fórmula emocional del reciente anuncio de la lotería, uno de los más vistos y comentados del año, apela directamente a esos padres que no disponen de mucho tiempo para sus hijos e hijas.
El éxito del anuncio es que no trata de vender nada, o al menos no de una forma tan explícita como los “spots” convencionales, y eso llega al consumidor, que comprende, al final, que es mejor “comprar menos y vivir más”, dice Patricia Ramírez.
La frenética vida moderna y el inflexible mercado laboral propician una reducción del tiempo en familia, algo que se critica desde el anuncio -2,5 millones de visualizaciones en Youtube-, que muestra a un niño muy contento con su regalo, un molde de galletas que simboliza lo que ha disfrutado el pequeño preparando este dulce con los suyos, algo incomprensible para dos adultos que le observan. EFE.