- junio 6, 2014
El 2014 es su año. Es la única heptatleta paraguaya en haber superado un récord internacional. Camila Pirelli Cubas tiene 25 años y logró la medalla de oro como heptatleta en los X Juegos Sudamericanos “Odesur” que se realizó en Santiago de Chile. Su sueño es lograr posicionar al país en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 y entrena para eso. Recientemente fue condecorada en el Poder Legislativo con el Orden Nacional al Mérito.
Camila tiene la piel canela y la sonrisa amplia. Mira a los ojos con la transparencia de quien habla desde el corazón y no se guarda nada. Se considera sentimental y perfeccionista. No cree en los horóscopos pero es de Acuario y le gusta el agua. Aquí, habla con Ella de todo:
-¿Por qué heptatlón? ¿Por qué este conjunto de disciplinas y no uno solo?
-Nunca me dieron la opción de cambiar. Cuando quise cambiar ya era medio tarde. Mi primer deporte fue patinaje artístico, después hice tenis, básquet, la facilidad que teníamos en Ayolas es que teníamos varios deportes. Y mi mamá, como estaba todo el tiempo ocupada, prefería que yo pase el tiempo practicando deporte que andar de vaga por algún lado. Entonces, coincidió en que yo tenía esa disciplina de querer entrenar y que me decían “hacé esto”. Estuve en natación ocho años, pero se cortaba en la época de invierno, entonces, empecé a hacer atletismo. La capacidad de correr los 800 creo que me viene de la natación. La fortaleza de las piernas, del patinaje. Es decir, un conjunto de cosas.
Yo no me veo, me aburriría haciendo una sola cosa. Ya crecí haciendo muchas cosas, como para decidir hacer una sola cosa. Alguna vez pensé…mi entrenador actual me propuso a hacer jabalina, si es por mi hago 100 con valla, si es por mi mamá hago 400 con vallas, cosas diferentes. A mí me encanta la 100 con vallas pero yo soy consciente de que muchas personas pueden hacer 100 con vallas, pero no todas las personas pueden hacer heptatlón.
-En una entrevista dijiste que sos muy sentimental… ¿lloraste mucho en todo este proceso de la competencia en Chile?
-Mucha gente puede ser un poco testigo de esto. Cuando yo estuve en Estados Unidos, me decían que mi error era la emoción. Que ese era mi problema, que yo le ponía demasiado sentimiento a lo que hacía. Por un lado, está bien, pero por otro lado está mal exagerar con eso. Por ejemplo, yo compito súper bien en vallas y eso me emociona, me emociona y no puedo concentrarme en la siguiente competencia. Eso traté de superar. O me va mal, como el año pasado, choqué la valla en la primera rueda y me afectó en la segunda, en la tercera prueba y ya no me pude recuperar para el cuarto. Entonces, esa es la parte emocional. Yo soy perfeccionista y quiero hacer todo bien y en algunas competencias, tenés que hacer lo que ya aprendiste que funciona y hacer rápido. No me fue bien, me cuestiono y me digo por qué hice eso. Eso debo trabajar más. En Sudamérica somos todas iguales: todas lloramos, nos abrazamos, son cosas diferentes de las atletas europeas.
Yo soy consciente de que eso es porque me dejan ser así. En el entrenamiento me dejan ser así.
-¿Cuál es el peso ideal para una heptatleta? ¿Y qué peso para cuál de las disciplina vale más?
-Eso realmente es algo que siempre hablamos con mi nutricionista desde el 2011. Probamos varios pesos, probamos 60 por ciento masa muscular, con un promedio de 76 y 77 kilos, después probamos bajar a 71 kilos y mantener un 60 por ciento de masa muscular. Funcionó más o menos, ayudó en las carreras, pero había todavía un poco de dureza en el cuerpo por la masa muscular. Entonces, ahora tratamos de bajar un poco las proteínas, las suplementación para tratar de quedar con 50 o 55 por ciento de masa muscular. También se habla de porcentaje de grasa, entre 15 y 16 por ciento de grasa y mantener los 70.
-¿Cuesta mantener un peso?
-Ahora estoy manteniendo, pero es algo difícil porque uno baja o sube de acuerdo al entrenamiento. En realidad, estamos viendo que el entrenamiento no se vea afectado. El salto sí se ve afectado cuando hay más sobrepeso y más fuerza, más me lastima la espalda. La velocidad exige que la mujer atleta necesite un 11 a 13 porciento de grasa. Estoy haciendo un promedio de lanzadora, corredora y saltadora. Trato de mantener el equilibrio.
-¿Es importante el apoyo estatal a la hora de competir?
-Depende mucho el tema de competencia. Primero el estado, G. 40 millones para pasaje. Ver el tema de buscar competencia. El tema es llegar a competir y estar acostumbrada a tener esa presión, esa sensación. Si yo no estoy compitiendo y sólo me llevan para torneos importantes, yo me voy con mucha presión. Sin embargo, si yo me fui a Europa y salí 28 en un torneo amistoso en Europa con las mejores atletas, eso me va a poner en una posición de ventaja. Lo mismo que los futbolistas que cuando se foguean con su rival en un amistoso después, vienen a un equipo chico y ganan. Debería hacer parte del Comité Olímpico Paraguayo, el buscar las competencias para los atletas y promover la participación.
-Hablabas de esto de la presión ¿la vivís todo el tiempo?
-El tema de la presión fue importante. Lloré por lo menos una vez a la semana por presión. De tanto en tanto, me salían todas las cosas bien, pero le decía a mi entrenador “no me cuentes de mi contraria”, porque venía y me decía la chica hizo esto y la argentina esto. Entonces, en la competencia, ante de la prueba de los 800 me puse a lagrimear y le dije a mi entrenador, tengo ganas de llorar. Él me dijo: «andá y llorá, sacate todo eso, sacá lo que tenés y venís fresquita». ¡Para qué me dijo eso! Me fui a llorar, después me pasó.
-¿En quién pensaste cuando ganaste la medalla de oro?
-Me acordé mucho. Yo fui en Estados Unidos en una Universidad Evangélica, y siempre que me decían que siempre que competís, competí por Dios. Suena un poco cursi, pero en ese momento, cuando iba a correr los ochocientos, dije “sea lo que sea, estoy en una posición muy crítica, con tanta presión y con el tobillo torcido, que sea lo que Dios quiera”. Y entonces, cuando gané, agradecí y dije “gracias por darme esto que me merecía, había sido que me merecía”.
-Y terminaste con la imagen del Presidente Comité Olímpico levantándote y vos gritando
-Sólo teníamos que ver el resultado de los 800 porque todos ya habíamos hecho los cálculos de acuerdo. Estaba el periodista paraguayo, y el Comité Olímpico, alguien me abraza y me felicita y yo miré la pantalla y había ganado.
DE RELACIONES, CÁBALAS Y FAMILIA
-¿Cómo es la relación de pareja con una atleta que está siempre compitiendo y en medio de tensión?
-Es bastante difícil, siempre supe de que iba a ser muy difícil encontrar a una persona que me acompañe todo el tiempo siendo atleta. Una de dos, o tiene que ser muy comprensible o tiene que ser atleta. Entonces, es difícil. Los amigos y la familia también nos exigen cosas. El bautismo de fulanito tenés que estar, te dicen y yo acabo de llegar de entrenar. Una vez fui al cumpleaños de alguien con mi ropa de competencia. Tanto querían verme y yo estaba tan cansada que fui directo.
Lo de la pareja, tengo un novio y sí es muy difícil. El temperamento que una trae, las frustraciones que una trae de la competencia son difíciles de manejar para mí y más aún, para una persona que no pasa por esa situación. Sin embargo, tiene sus beneficios en el sentido que yo sé que esa persona puede estar para animarte en el momento que una necesita, justamente por la distancia, por ejemplo, antes de competir por los 800 metros, yo estaba triste y no sabía con quien hablar y entonces, le dije a él que me llame. Me habló, me animó, me sentí mejor. También me llamó mi hermano y me dijo “Camila, si es una vuelta de morondanga, corré y ya está”. Son personas importantes en mi vida. A veces, la gente cree que no hay que mezclar pero yo sí creo que es importante en momento de tanta presión, recibir un poco de cariño que te pueda dar tu pareja, tu mamá o tu hermano.
-¿Tenés una dieta estricta? ¿Hay algunas cosas que te gustan y que no podés comer?
-Sí. La papa frita. O el famoso café americano que hay en todos lados pero no hay en Paraguay. Anteriormente, yo me privaba mucho de las cosas que yo quería pero no podía comer y eso influenció de mala manera, porque cuando te privás mucho, cuando comés, comés todo mal. Soy de las que creen que si vos sentís que necesitás un poco de papa frita, tenés que permitirte una vez al mes. Pero tampoco exagerar y comer papas fritas, helado, etc.etc. Hay que nivelar.
Tengo una dieta que me costaba hacer. Pero ahora estoy mejor. No puedo comer ravioles con queso y carne picada, pero puedo comer un sándwich de pavo.
– ¿Tenés alguna cábala?
-Sí. Desde que compito desde Estados Unidos es la media. Tengo un par de medias, son una rosada y otra lila, entonces, uso al revés. También tengo los rosarios, pero increíblemente no me molestan. También me cambio el color del pelo. En Trujillo quise pintarme de lila y me salió rojo, me gustó y se quedó. La manera de alzar, como un plumerito. Son muchas cosas.
-Cuándo competís… ¿te maquillás o no?
-No. Lo único que yo siempre uso –hace ya casi dos años- es el rímel. Me pongo rímel para agua, porque de repente hace calor, te mojás y se puede correr…y eso es algo que aprendí en el camino. Hay atletas que se arreglan a full, con planchita y pestañas postizas. Yo no podría usar pestañas postizas para competir, porque se me hace que me van a entrar en el ojo en la valla.
–Hablabas de tu mamá como alguien importante en tu vida, ¿vivís con ella?
-Hasta hace poco vivía con ella. Ahora salí de la casa, tengo mi propia casa, pero ella aún no asume que yo ya no vivo con ella. Igual, me reclama. Ella es muy importante porque ella puede ver lo que ella no llegó, porque ella fue heptatleta en la época de los juegos universitarios. Fue multiatleta, porque también jugaba hándbol. De repente, ese acompañamiento es muy fuerte, porque llega a ser más que una mamá y es una especie de manager que me presiona, porque es lo que ella hubiera querido. Entonces, a veces, ya no me mira como hija sino que me mira como su atleta que se está echando a perder. Pero es muy importante todo esto, porque fue ella la que me dio la oportunidad de seguir haciendo deporte. Porque así como hay padres que cortan esa posibilidad a sus hijos porque quieren que trabajen, mi mamá me dijo “andá a entrenar y sale una beca, veamos, vamos a buscar” y salió. Cuando terminé la carrera le entregué mi título y le dije que ahora entrenaría.
–Sos bióloga. ¿Trabajás en eso también?
-No puedo. No tengo tiempo. Lo que yo quiero hacer con la biología es algo que me tomaría más tiempo de lo que tengo. Entreno dos turnos y me queda ocho horas o menos para dormir.
-¿Qué te gustaría hacer como bióloga?
-Quiero hacer investigación, pero no tanto ir a buscar. Quiero hacer algo real. Hay estudios de cuántos carnívoros hay en el Chaco…ese tipo de cosas. O si no, ser bióloga de áreas silvestres y en ese caso tengo que ir unos años afuera y tampoco quiero abandonar mi país. Quiero estar acá.
-¿Tu padre? Alguien mencionó que fue un médico
-Falleció cuando tenía cinco años.
-¿Tenés recuerdos?
-La gente de repente en el Facebook o en el Twitter me decía “el doctor debe estar orgulloso”. “El doctor ha de estar mirando desde arriba”. De repente, ese calor que podés recibir de tu padre como hija, yo no tuve, pero me acompañan mucho los entrenadores o amigos de la familia. Sí siento que si él hubiera estado, hubiera sido mi mayor fan y la persona más celosa del mundo, pero iba a estar. Me gusta que la gente me identifique por medio de él. Me dicen: “yo le conocí a tu papá y tu papá era así como vos, me dicen”. Los compañeros de promoción de mi papá de la universidad, siempre lo recuerdan como alguien que no se callaba, que discutía…yo soy así.
-¿Sos extrovertida?
-Sí. Mucho. Ser una misma es una ventaja, de pronto, el otro día ví una imagen…me estaba abrazando una chica que era juez.
-¿Tenés un grito de guerra?
-Sí. Cada vez va evolucionando. «La pantera está rugiendo», dijeron, se me fue un poco ya de la mano, grité, salté.
-¿Por qué te dicen «La pantera»?
-Un periodista me dijo en una competencia en Chile. No recuerdo por qué, tengo entendido que porque a los paraguayos siempre le dicen “León”. Entonces, como yo era morena…que león, en Paraguay no hay león, en todo caso puma, pantera, o algo…y entonces, quedé como “pantera guaraní”.
-¿Qué pensás hacer después? ¿Sos consciente de que el tema de las competencias tienen sus límites?
-Tengo 25 años, me recibí de bióloga a los 23. En el momento en que un padre te dice “ya tenés un título ahora tenés que trabajar para mantenerte”, mi mamá me dijo todo lo contrario: quédate conmigo a vivir y seguí entrenando, porque el deporte tiene su límite hasta cerca de los 30 años y el heptatlón en específico tiene el mejor momento entre los 27 y los 29 años, pasando los 30 ya una va en decadencia. Yo vi a atletas que fueron cada vez bajando más de nivel. Yo no quiero llegar a eso, quiero llegar arriba, hacer record paraguayo y sudamericano, todo lo que se pueda batir y retirarme en la cumbre.
-¿Te imaginás cómo hubiera sido tu vida sin el deporte?
-No. Justamente el otro día estuve pensando…porque cuando era adolescente, yo sufría, no bullying, pero me sentía de menos por el físico que tenía. Cómo nadadora yo tenía el hombro más grande, las piernas más grandes, no era la típica flaquita y lindita, como normalmente son las nenas en la adolescencia. Pero me ponía a pensar cómo iba a ser Camila Pirelli sin el deporte y realmente no podría encontrar una respuesta. En algún momento dije: “Estoy harta, quiero salir de esto, quiero dejar”, pero eso me dura diez minutos. Vivo de eso, aparte del deporte, lo único que me gusta mucho es dormir.