- mayo 13, 2013
No es que me moleste, pero no me siento identificada con los clichés marketineros que nos agobian en estas fechas… aunque no niego que me encantaría subir/bajar de un mercedes (obsequio de un shopping); llegar a casa con cara de Campanita, sonriendo a punto de levitar; con un brushing permanente y un atuendo casual pero glamoroso…
No, no es así…la normalidad de las madres no nos sentimos así.
Tampoco tenemos súper poderes; ni somos súper mujeres; súper abnegadas, súper buenas, súper tiernas, súper trabajadoras, súper, súper, súper, nada…
Ser madre es una decisión que se toma aun cuando desconoces lo que eso significa; aprendes a serlo a la par en que tus hijos van creciendo contigo.
Ser madre es una profesión de todos los días para toda la vida en la que nunca llegas a graduarte.
No tienes súper virtudes:
No tienes todas las respuestas, no eres la superdotada… sin embargo ellos suelen darle rigor científico y una importancia inusual a todo lo que dices, hasta que llegan a la edad en que hacen click en google y te fuiste al mazo!
No eres súper buena, ni súper paciente… te saca de quicio tener que reiterar todos los días la cantaleta de cepíllate los dientes; lávate la cabeza con shampoo (sobre todo si tu engendro es hombre), saca el codo de la mesa, siéntate derecho y no COMAS CON LA BOCA ABIERTA.
No eres pedagógica… el grito tarzánico que los autoconvoca delante tuyo sigue siendo la mejor manera de llamar su atención para hacerlos «recapacitar».
Leí hace unos días un extracto de Bernard Shaw que decía en parte: «las grandes carreras no las ganan, los más fuertes ni ágiles; las grandes carreras las ganan, los hombres y mujeres que creen que pueden hacerlo».
Ese es tal vez el más importante rol de una madre… hacer que confíen en sí mismos, lo demás, deben hacerlos solos pero siempre…con mamá haciéndoles hurras desde las graderías!!
Sandra Darcourt