- abril 6, 2014
Hablar con James Salter, maestro del análisis de las relaciones humanas en obras como «Años luz» o «Quemar los días» y testigo privilegiado de las historia del siglo XX, es recibir una buena lección sobre la vida. Con el motivo de su nuevo libro «Todo lo que hay», reflexiona sobre diez temas clave.
EL SEXO: «El sexo para mí algo de una importancia inmensa, pero del tipo de importancia que brota de manera natural, que no genera preguntas. No puedo hacer un estudio, solo puedo hablar por mí, y yo soy una persona con un fuerte impulso sexual. Pero reconozco que las nuevas generaciones tienen que lidiar con un tipo de mujer que a mí me intimidaría, mucho más preparada y desafiante».
LA MASCULINIDAD: «Todo el discurso literario, periodístico o de entretenimiento se ha centrado en cómo la mujer ha roto sus tabúes. Ha tomado la voz y el escenario. ¿Qué pasa con el hombre? ¿Cómo se está abriendo a la vulnerabilidad y la debilidad? Los hombres viven una posición de incertidumbre. El mundo ha cambiado de forma inverosímil desde que yo era un joven, especialmente a este respecto. El discurso de poder es totalmente distinto».
MATRIMONIO: «Hubo una época en la que el hombre vivía 40 años y casarse ‘hasta que la muerte los separe’ significaba 20 años, que son muchos. Pero ahora vivimos mucho más tiempo y quizá sean 60 de matrimonio, lo cual es mucho más».
LA GUERRA: «Vietnam definió a toda una generación de estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. Iraq o Afganistán son más como campañas políticas. Son guerras, por supuesto, pero no han sido definitivas para la sociedad. Creo que las generaciones que no vivió una guerra sí perdieron algo, pero están perfectamente y al ser una generación entera nadie la echará de menos. Para nosotros ir a la guerra era una prueba, una respuesta al impulso no sé si biológico o sociológico de buscar tus límites».
LA EDAD: «Tiendo a pensar que todo el mundo es tan mayor como yo, que saben lo que yo sé, y eso evidentemente no es verdad. Mis recuerdos son para mucha gente la Historia. Entiendo que a la nueva generación no le importa qué pasaba en los años 30 entre Rusia, Francia y Alemania, pero para mí eso era la vida diaria. Y lo mismo pasa con mis ídolos deportivos, mis películas o mis libros favoritos, muchos de ellos han caído en el olvido. La gente tiene ganas de hablar conmigo y son muy amables por hacer el esfuerzo, pero en el fondo no saben de lo que les estoy hablando. Eso es lo que me hace notar que soy viejo, lo que hace sorprenderme de que todavía me sienta joven».
LA REALIDAD: «Si quieres tener una visión objetiva de las cosas, tienes que ser capaz de cambiar. La manera en la que percibimos la realidad está sumamente condicionada por los parámetros que nos han enseñado. Por eso me gusta viajar, porque me enseña la diferencia entre lo que me han enseñado sobre un lugar y lo que encuentro allí realmente».
LA MEMORIA: «Se recuerdan los momentos más felices y los más dolorosos. Pero hay heridas que duran mucho tiempo, las hay que duran toda la vida».
LA IDENTIDAD: «La vida es muy orgánica pero creo que uno no llega a cambiar su esencia. Hay cosas que se añaden, otras cosas que desaparecen y eso hace difícil entender lo que realmente eres. Es difícil también aceptarse sin querer cambiar nada. Y estamos tan influenciados por los que nos rodean, sobre lo que esperan que seas, que se enmaraña todavía más la perspectiva sobre tu identidad. Al final, todo se reduce a preguntarte si estás satisfecho».
AMOR: «La ignorancia es una gran ayuda en el amor. Si entiendes demasiado te conviertes en alguien demasiado analítico».
DIOS: «La vida es una mezcla de suerte y carácter. Y a esa suerte, que a veces puede ser calamitosa, mucha gente la llama la voluntad de Dios». EFE