Convencida de que «no hay que esperar ser feliz sino que hay que decidir serlo», la escritora francesa Anna Gavalda traslada ese lema a «Billie», la primera novela de una trilogía sobre la juventud «de nuestra época».
«¿Cómo es tener 25 años a principios del siglo XXI?». Es la pregunta que se hizo Gavalda, una de las autoras superventas de las letras francesas, y el resultado son tres novelas: «Billie», publicada ahora en español, «La Vie en mieux», que sale en Francia, y otra, aún sin título, que verá la luz en septiembre.
El mundo occidental es «duro» para las nuevas generaciones, que tuvieron infancias «mimadas», que «tienen todo y a la vez no tienen nada», reflexiona en una entrevista telefónica con Efe esta escritora nacida en 1970 en Boulogne-Billancourt, una localidad burguesa de las afueras de París.
Madre de un joven de 18 años y de una adolescente de 15, Gavalda sigue viviendo a las afueras de la capital francesa, se define como «extraterrestre» ya que nunca ve la televisión ni lee la prensa y solo escucha dos emisoras de radio exclusivamente culturales.
Su canal de información es su entorno y la gente que lo puebla le transmite, dice, «un mundo muy frágil», por lo que espera que los jóvenes «inventen otra cosa, una felicidad, un bienestar que no pase necesariamente por el consumismo».
Optimista por naturaleza, ella mira «con mucha curiosidad» a esta nueva generación «hiperconectada» por obra y gracia de las nuevas tecnologías, convencida de que va a «sorprendernos», pues es «capaz de una gran solidaridad, como se vio en España con los indignados».
Y construirá, espera, «otro mundo», con «leyes mejores que las nuestras» en las que no se permita tal concentración de poder como la que atesora, por ejemplo, dice, el presidente ruso Vladimir Putin.
Un mundo mejor que en el que le tocó nacer es el que se construye Billie, la protagonista de la novela homónima que publica en español Seix Barral, en la que Gavalda compone una oda a la amistad en una especie de cuento de hadas para adultos.
«Es una historia sobre la amistad, una historia de amor entre un hombre y una mujer, pero no como pareja, sino como amigos, pero que es un amor de la misma calidad», subraya la autora del libro de relatos «Me gustaría que alguien me esperase en algún lugar», que la catapultó a la fama, o de las novelas «La sal de la vida», «Juntos nada más», «La amaba» y «El consuelo», que la consagraron.
Y de cómo la amistad puede ser una tabla de salvación para salir de ciertos infiernos, ya sean socioeconómicos o morales.
Billie, es hija de lo que Gavalda llama «el cuarto mundo», esos suburbios de pobreza extrema que existen en Occidente, y Franck, un joven con dotes artísticas y homosexual, en un hogar asfixiado por el desempleo y la ideología de ultraderecha del padre.
Ambos son los patitos feos, los «marginales» del colegio, donde se conocerán y aprenderán a apreciarse gracias a una profesora de francés -Galvalda también ejerció como maestra antes de triunfar en las letras- que les pone como tarea representar ante la clase la pieza «Con el amor no se juega» (1834), una obra de teatro de tres actos de Alfred de Musset.
«Es mi forma de decir que las obras maestras, los clásicos de la literatura, de la música o de la pintura no tienen edad, son universales y pueden ser comprendidos por todo el mundo», subraya.
De esa obra sacan Franck y Billie la idea de que «tu honor y tu nobleza surge de la lucha, aunque te caigas, por conseguir ser quién quieres ser y aceptarte y quererte como eres».
Y lo hacen a su manera, que en el caso de Billie está trufada de palabras malsonantes y de argot, algo que sorprendió enormemente a sus lectores cuando salió el libro en Francia el año pasado.
Ella, que nunca lee las críticas, ni las buenas ni las malas, se ríe de ese puritanismo lingüístico y a modo de respuesta en la última página de su novela da las «gracias» a su «querido» Henri du Chazaud, lingüista y lexicógrafo francés de renombre fallecido en agosto pasado y con el que Galvalda mantenía una estrecha amistad.
«La amistad, la soledad, el encuentro y el coraje de vivir» son temas recurrente en la obra de Gavalda, cuya única novela juvenil, «35 kilos de esperanza», que comienza -ironiza- con la frase «Detesto la escuela», es estudiada en los institutos franceses.
«No escolarizar a un niño es un crimen», afirma tajante Gavalda, quien pese a «desconfiar» de los escritores que transmiten «mensajes» («no somos sociólogos ni curas», apunta), con la trilogía sobre la juventud que arranca con «Billie» quiere trasmitir a las nuevas generaciones una inyección de ánimo frente al futuro: «¡Vamos sed valientes! Ayudaos y el cielo os ayudará!».
Y «sed felices», añade, porque, como decía Jacques Prévert «deberíamos intentar ser felices aunque solo fuese para dar ejemplo», o porque como señalaba Voltaire: «Es cortés ser feliz».
Ella con su obra, con la que solo pretender «dar placer y divertimento» a los lectores, pone su granito de arena. EFE