Fines de mayo inicios de Junio es época de lluvias, crecida de rio, frio. Nada nuevo. A los únicos a los que parece sorprender anualmente es a las autoridades que no conocen la palabra previsibilidad. Y a los pobres compatriotas que de nuevo son trasladados de un lugar a otro sin las mínimas condiciones necesarias para sobrevivir.
Lo reportan los colegas desde Coronel Martinez (Guaira). La desesperación es tan grande como el avance de las aguas que ya afecta a más de 200 familias de la zona. Cuentan las autoridades como si fuera meritorio que los inundados fueron trasladados hasta un tinglado del lugar y que allí se entregó una frazada y alimentos a cada familia. Una frazada para cada familia? No creo que me estén hablando en serio.
Para que ir más lejos. En Asunción, capital de la Republica, gente del Bañado a la que también el rio alcanzó, tuvo que ser derivada hasta un predio facilitado por militares. ¿Es esa la solución acaso? Me decía un compañero: «estoy aquí en el refugio». ¿Refugio no debería ser un lugar donde uno se sienta protegido? Este «refugio» era un pedazo de tierra donde cada quien tuvo que armar sus casas con cartones, claro, el agua ya no está cerca. Pero...¿ Y el frio? Y las enfermedades que apuntan directo a los más chiquitos y a los más grandes?
No me quejo de la ayuda que la SEN en este pésimo momento político (final de un gobierno cuyos integrantes ya quieren tirar la pelota al próximo gobierno que aún no asume las responsabilidades) está intentando hacer llegar a los damnificados. Siempre valoro la buena voluntad. Pero jamás voy a tolerar la inoperancia de no haber previsto cantidad de afectados, lugar a ser trasladados, por cuanto tiempo, cómo sostenerlos, alimentación, médicos.
Los damnificados no eligieron estar en esa situación, ellos no optaron ser pobres ni vivir a la vera del rio. Ellos son víctimas de un Estado para el que siempre fue más fácil subsidiarlos unas semanas mientras pase el frio. Y luego devolverlos a su lugar («de confort» para el gobierno) hasta la siguiente crecida. Hay que solucionar los problemas de raíz. Creo en la solidaridad ciudadana que siempre ayuda a paliar las carencias, pero también sé que hay un presupuesto destinado a este tipo de contingencias, y espero que al menos esta vez, no se lo lleven a sus bolsillos.