Es el aparatito por el cual mis hijos se sacan los ojos. Mi hija adolescente fluctúa en el espacio exterior. Mi hijo mayor participa de saltos y caídas que después se hacen realidad partiéndose la pierna cada sábado.
La caja boba, más chica o más grande, es la que me ausenta el marido. Antes del beso de la mañana ya como por inercia atrapa el celular: le da argumento para una conversación, noticia, clima o un chiste mal contado.
El iPad ya cayó 79 veces pero aún no se rompe. Los celulares están con cinta adhesiva. La TV plasma la tengo hasta en el baño social, y el maldito celular, ¿qué te puedo decir?. El celular me atrapa a mí.
Una pena, pero me propongo ir destruyéndolos de a poco antes que ellos destruyan mi familia.
¡Hagamos un día sin las cajas bobas!