- septiembre 5, 2013
Hablábamos con una amiga de las madres de antes que te castigaban sin remordimientos.
Yo, de chica no ligué tanto, creo que la disciplina en la Argentina era dura. En el colegio hasta te decían como peinarte: dos colitas a la altura de las orejas con mono azul marino.
No recuerdo grandes inconvenientes. Pero también mi Tía adorada era mi maestra y directora del colegio. Es decir, yo debía mantener una imagen frente a las monjas. Pero ya más grande, en Paraguay, después de cumplir los 12 años empecé a querer desafiar: con 2 hermanos varones y mil amigos, era un desafío constante quien era más terrible.
En esa época, cuando las vecinas eran todas tías, si o si te tenían “cortito” en el barrio, y todos con la misma autoridad.
Camorrera, garrotera; por eso, cuando mis hijos se pelean les dejo, pero les advierto sobre los decibeles y el volumen de los llantos ya que no debemos molestar a los vecinos. Que no sea que me vengan con una denuncia de la Unicef, y no debe haber hechos de sangre. Y repito: que los golpes de puños, patadas voladoras y demás forman parte de la sobrevivencia humana. Nunca se sabe cuándo podríamos necesitar un buen derechazo o una buena patada en los testículos de algún maleducado, como también, un buen estado físico para salir corriendo luego de tales actos. Ya sé que después de eso se viene una reacción Nuclear he»i Palo Rubin.
Lo que sí recuerdo es a mamá siguiéndome por la casa con una percha de madera en una mano y en la otra, una de alambre; que me gritaba con cuál de las dos quería ligar. Era considerada dentro de todo. Así, yo podría elegir el tipo de cicatriz mostrar como acto de heroísmo frente a los amigotes.
La de madera no solo pegaba sino que raspaba, en cambio la de metal, más que nada quemaba, porque tenía forro de plástico. ¿Recuerdan? Seguramente de ahí aprendí a correr. Por supuesto, después de un castigo, automáticamente viene una maratón e cara de c…, por supuesto. Pero ahí entra el papá o el que no te pegó a querer razonar contigo sobre tu acto vandálico.
En cambio, y no sé por qué, no recuerdo a mi papa castigándome a mí, pero si le fajaba a mis hermanos. ¿Será un acto involuntario mío? Y bueno gente, solo fue un flash. Ya sé que much@s se tapan la boca y no pueden creer lo que escribo ¡sorry!