Como mujer, siempre me pregunté por qué parecería que la culpa nos ataca a menudo e inclusive no permite que realicemos algunas cosas que quisiéramos alcanzar.
“Si yo no hubiera trabajado tanto, mi hijo no hubiera traído estas calificaciones…”, “No puedo disfrutar si voy de vacaciones con mi marido, me siento culpable por dejar a los chicos solos…”, “Ya tengo hijos y muchas responsabilidades, no tengo chance de terminar la facultad. Si lo hiciera, tendría que dedicarle mucho tiempo y me sentiría muy culpable por ello.
Primero, entendamos qué es la culpa: “La culpa es un sentimiento negativo que nace a raíz de haber hecho algo (o dejado de hacerlo) y la interpretación que generó un daño del cual somos responsables».
Desde mi experiencia de coach y facilitadora de procesos de liderazgo personal, considero que la culpa “nos carcome” cuando tenemos muy desarrollado un metaprograma llamado Centro de Control Interno. Este metaprograma (que es como un software interno de nuestra mente) hace que consideremos que tenemos o tuvimos que estar presentes en determinada acción para poder generar el resultado deseado. Esto, normalmente se traduce en un exceso de responsabilidad que nos hace sentir como protagonistas principales de la acción y del éxito o fracaso que esté relacionado con él. Así mismo, nos vuelve controladoras…buscamos controlar cada detalle así como el resultado que generaremos con ellos.
¿Qué podés hacer para reducir esta culpa?
- Analiza más objetivamente de aquello que te estás culpando. Si no estuvieras involucrada en la situación, si fueras una persona que lo observa desde afuera en forma disociada, ¿qué verías? ¿Qué nivel de responsabilidad tienes en lo que sucede? ¿Quiénes otros son responsables? ¿Cuán real es tu interpretación de
- ¿Está realmente el resultado en tu zona de influencia? Muchas veces nos sentimos culpables de cosas que ni siquiera podemos manejar. Por ejemplo, puedo ayudar a mi hijo a estudiar, pero el acto de aprender y de participar del examen lo tiene que realizar él. Concéntrate en identificar cuáles son aquellas acciones que sí están en tus manos y permite que el otro también asuma su
- Revisa tus creencias para ver si estas son las que te generan la culpa. “Una buena madre revisa todos los días las tareas de sus hijos”, ¿hasta qué edad es bueno esto? ¿Qué pasa si yo siempre soy la que estoy pendiente? ¿Cómo ayuda esto a generar sentido de responsabilidad en mi hijo? “Los padres deben sacrificarse por sus hijos para que en el futuro ellos se sacrifiquen también con ellos”, ¿es realmente esto así? ¿Qué beneficio genera?¿Qué puede generar de negativo si mantengo esta creencia?
- Identifica qué te hará sentir menos culpable. Si quiero terminar mi carrera y también quiero estar con mis hijos, ¿Cómo puedo hacer para obtener ambas cosas y no renunciar a ninguna? ¿qué acciones necesito emprender para sentirme menos culpable de tiempo que no les dedico? ¿Cómo necesita ser el tiempo que comparto con ellos para compensar mi ausencia? ¿A quiénes puedo pedir ayuda en esos momentos que estaré ausente? ¿Cómo ellos se sentirán al tener una madre que cumple su sueño?
La culpa no te carcome, tú dejas que ella se apodere de tu mente y tu corazón. Te invito a que analices lo que te genera culpa, revises tu nivel real de responsabilidad y acciones para sentirte mejor. ¡Lidera tu vida eligiendo qué te hace feliz!