En el mundo corporativo, no sólo es una descortesía sino que también es poco profesional ser un oyente indiferente.
Un supervisor puede saber fácilmente si un empleado ha estado escuchando por la calidad de las preguntas planteadas al final de una charla.
Para ser un buen oyente tenés que:
Concentrarte
Presta mucha atención a lo que la otra persona está diciendo, no importa cuánto quieras pensar en otra cosa. Tratá de ser paciente con alguien que habla muy despacio o titubea.
Repetí
Para demostrar que entendés, ocasionalmente parafrasea lo que dice el orador. Hacé esto sin que parezca que estás interrumpiendo.
Esperá
En una conversación, la paciencia es una virtud y la interrupción es un pecado. Recordá que hay una delgada línea entre interrumpir ocasionalmente para confirmar o cuestionar un punto en particular e interrumpir porque querés meter un bocado.
Preguntá
Si no entendés algo, pedí que te lo expliquen.
Respondé
Usa un lenguaje corporal positivo para demostrar que estás prestando atención. Inclínate ligeramente hacia el que te habla, y reaccioná a lo que él te dice de vez en cuando, con un visto bueno con la cabeza, una sonrisa o levantando una ceja.
No te muevas
Si estás en un escritorio mientras te hablan, no mezcles papeles, tampoco trates de terminar disimuladamente lo que estabas haciendo. Al estar de pie, abstenete de cualquier gesto de distracción, tales como jugar con las monedas que tenes en el bolsillo.