- marzo 9, 2014
La regulación emocional es parte del tratamiento: Controlar las emociones es una actitud vital; si además nos encontramos en una situación complicada, como el hecho de sufrir trastornos de conducta alimentaria (TCA), en este caso, la regulación emocional se vuelve clave para salir de ello
Las emociones negativas son una fuente de sabiduría y nos enseñan que hay determinadas cosas en nuestra vida que no son correctas y que hay que cambiar; “Como eso nos resulta muy difícil y doloroso preferimos ignorarlas”, afirma Rosa Calvo, psicóloga clínica de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital La Paz, con quien analizamos la relación entre dichas emociones y los trastornos alimentarios; una premisa relacionada con cómo percibimos nuestra propia imagen; un estudio realizado por Calvo demuestra esta hipótesis.
¿Qué es un trastorno de conducta alimentaria?
Se trata de las modificaciones que una persona hace, desde la infraingesta y estaríamos hablando del trastorno de anorexia nerviosa, hasta la sobreingesta y estaríamos hablando del trastorno por atracón y parte de la obesidad; en un nivel intermedio están las personas que comen en exceso y luego se purgan.
Abarcamos todo el rango de los trastornos de la conducta alimentaria, no solo la anorexia y la bulimia nerviosa sino también el trastorno por atracón y también a muchos pacientes que no tienen una explicación biológica exclusiva sino que hay estos factores emocionales subyaciendo al exceso de la comida.
¿Tenemos clara la importancia de poder controlar las emociones en el tratamiento de los trastornos alimentarios?
Tenemos que diferenciar entre lo que es la alimentación como función nutricional y la alimentación como adición, son dos conceptos distintos. Observamos una evitación de todas las emociones negativas; determinadas personas muy vulnerables utilizan el control de la comida y de su cuerpo como una especie de suavizante de su existencia para eludir que afloren a la conciencia las emociones.
¿Es un escudo?
Es más complicado que eso; lo hace el cerebro como un mecanismo de supervivencia, es muy importante destacar que los pacientes tienen alterado el sistema de refuerzo en su cerebro, no es una decisión sino que el cerebro intenta evitar las cosas que nos producen mucho dolor.
¿Conocer su origen nos puede dar la solución? ¿A quién afecta más?
Se sabe que las personas que desarrollan un TCA son extremadamente vulnerables a estas fuentes potenciales de dolor psicológico y sobre todo tiene una característica común a todas que es la rigidez cognitiva. Les cuesta mucho entender la realidad como algo con cierta ambigüedad; buscan siempre la certeza y no pueden afrontar el error.
La anorexia es en realidad una obesa abstinente pero el deseo de comer es constante, su mente está continuamente pensando en la comida.
La madurez relativiza las cosas, pero tenemos enfermos con más de 40 años…
No se trata de madurez de edad sino de madurez emocional; mucha gente tiene 40 años y un procesamiento emocional de ocho; cuando tienen un conflicto no saben cómo afrontarlo.
El tema básico aquí es el concepto de resiliencia, la capacidad de afrontar la adversidad; la gente no quiere afrontar la adversidad. La evitación experiencial negativa es la base de todo trastorno mental.
¿Tiene algo que ver la sobreprotección?
Hay dos posiciones en la infancia asociadas al desarrollo del trastorno alimentario: lasobreprotección y la negligencia. Cuando nos sobreprotegen en exceso no desarrollamos la capacidad de cuidarnos y comprometernos con nosotros mismos; desde la negligencia nos enseñan que lo nuestro no es importante y no le damos atención.
¿Qué factores emocionales son importantes en el tratamiento de un TCA?
Desde el comienzo del inicio del trastorno lo que se observa es que todos los pacientes , sean de corta duración, de 1 o 2 años de evolución o crónicas, lo más esencial es el rechazo a sentir emociones; las consideran como algo de persona débil o de persona de baja categoría; cuando las sienten las niegan o huyen de ellas. Según avanza el trastorno ocurre otra situación que se le ha llamado alexitimia y es que los pacientes no sienten la emoción.
¿Cuál es el papel de la familia?
Tienen que saber que es una lenguaje, una manera de decirte algo, una protesta, una queja, de una situación de un sufrimiento interior enorme. Cuando ignoramos las emociones, no solo no se soluciona sino que aquellas estructuras cerebrales que deberían descansar cuando afrontamos la emoción siguen activas y afectan incluso a los tejidos del cuerpo humano.
Necesitamos comprender en la familia que eso tiene que ser escuchado, el paciente no puede hablar solo a través de conseguir un cuerpo delgado, si alguien quiere conseguir un cuerpo delgado, nos indica que se siente muy inseguro y está toda la sociedad en esta locura.
No quiere decir que uno tenga que estar comiendo sin control sino que si el único valor que tenemos en esta vida para podernos confrontar con los demás es la imagen corporal entonces qué posibilidades tenemos de no manejar la alimentación; el drama es ¿dónde están todos los demás valores por los cuales una persona se hace atractiva, fascinante, se la quiere y apoya?
Tenemos que ver la importancia que le hemos dado a la imagen; tenemos que aceptar el error, no podemos ser tan obsesivos y ponernos límites y aceptar que tenemos errores e incertidumbres; no somos los mejores.
Lo importante es el síntoma y hay que estar alerta para pedir ayuda profesional.
Hay que utilizar lo que ha pasado para aprender y ver qué nos enseña esta enfermedad como familia, no cómo esta enferma lo ha hecho mal, sino como familia.
No hablamos de culpa, que ahí se pierde mucho tiempo; en esta sociedad nos ponemos a vivir sin reflexionar qué estamos haciendo y nos metemos en una especie de rueda giratoria absurda donde lo que importa es conseguir buenos resultados para el mundo académico, laboral pero nos hemos olvidado que somos otro hemisferio, el derecho que es la música, la emoción, el cuerpo, la sensibilidad, la intuición; todo eso es muy importante integrarlo y equilibrarlo. Equilibrio en la vida entre un mundo de exigencia y un mundo de bienestar. EFE/MARIOLA AGUJETAS