Cleopatra, entre el mito y la realidad

  • La constante pugna entre mito y realidad que ha envuelto durante siglos a la figura de Cleopatra llega a la Pinacoteca de París a través de una exposición que desvela cómo la leyenda, a partir de la pintura, la literatura o el cine, se ha apoderado del personaje histórico.

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    Con una colección integrada por 351 piezas que incluye lienzos, restos arqueológicos, esculturas, vestidos o joyas, «El mito de Cleopatra» aborda las diferencias entre realidad y ficción para intentar reconstruir, una vez más, la biografía de «la reina del Nilo».

    «¿Qué sabemos exactamente de ella, además de que fue una mujer totalmente fuera de lo común?», se pregunta el director de la Pinacoteca, Marc Restellini, quien matiza las «verdades aceptadas» que existen en torno a la monarca.

    «Todo el mundo sabe que Cleopatra fue una mujer muy hermosa a pesar de que nadie sabe con exactitud cómo eran sus rasgos. Ha sido representada con facciones africanas, egipcias o nubias, pero nunca griegas, que es lo que ella era», agrega.

    En el plano arqueológico, insiste Restellini, muchas de las piezas que podrían haber servido para arrojar algo de luz sobre Cleopatra han sido destruidas; y en el plano histórico los testimonios escritos resultan siempre muy contradictorios.

    «De Cleopatra ha quedado su belleza y las relaciones que mantuvo con algunos de los hombres más influyentes de la época, como Julio César o Marco Antonio», resume el director del museo, al tiempo que recuerda que el mito de la reina ha sido revisado en todas las épocas, siempre desde una óptica diferente.

    Los poetas coetáneos la tacharon de «puta», «reina demente» o «reina meretriz», una versión que renació con fuerza durante los siglos XIV y XV, de la mano de autores como Giovanni Boccaccio o Dante Alighieri, que la describieron como «la prostituta de los reyes de Oriente», «criatura lujuriosa» o «devoradora de hombres».

    A partir del siglo XVII, con el redescubrimiento de la obra del biógrafo griego Mestrio Plutarco, el recuerdo nocivo que se tenía de Cleopatra deja paso a la imagen de una mujer «más frágil», sacudida por un «destino trágico».

    Hasta que en 1606 William Shakespeare apuntaló la revisión del personaje en la obra «Antonio y Cleopatra», basada en la obra de Plutarco «Vida de Marco Antonio», señala el director del museo.

    Ya a finales del siglo XVIII, al calor de los descubrimientos del egiptólogo francés Jean-François Champollion, escritores y artistas fascinados por el mundo egipcio y por la historia de Cleopatra le conceden a la reina «una belleza inigualable y una seducción legendaria».

    Una imagen mucho más amable y seductora que fue la que llegó al cine, la ópera y el teatro, subraya Restellini.

    La muestra, que podrá disfrutarse hasta el 7 de septiembre, es un compendio de todas las interpretaciones, concretadas en manifestaciones artísticas, que a lo largo de los siglos se han hecho sobre la reina del Nilo.

    La integran desde piezas arqueológicas de la cultura egipcia que datan de 3.000 años antes de Cristo o lienzos creados entre los siglos XV y XIX, hasta los vestidos que lucieron Elizabeth Taylor y Richard Burton en la «Cleopatra» de Joseph L. Mankiewicz (1963).

    Diferente en cada una de sus encarnaciones, alejada siempre de la realidad histórica, si algo se ha cumplido en las múltiples versiones que el arte ha dado de Cleopatra es la continua exageración de sus rasgos y su personalidad, subraya Restellini.

    Una tendencia a la hipérbole que cristaliza en la frase del físico francés Blaise Pascal: «Si la nariz de Cleopatra hubiese sido más pequeña toda la faz de la tierra habría cambiado». EFE

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