- enero 28, 2016
El modisto libanés Zuhair Murad y la china Guo Pei invocaron una feminidad majestuosa y de época inspirada en la China imperial y las princesas decimonónicas. Murad es uno de los diseñadores más estimados por las que pasan buena parte del tiempo pisando alfombras rojas: actrices, cantantes y miembros de la realeza recurren con frecuencia […]
El modisto libanés Zuhair Murad y la china Guo Pei invocaron una feminidad majestuosa y de época inspirada en la China imperial y las princesas decimonónicas.
Murad es uno de los diseñadores más estimados por las que pasan buena parte del tiempo pisando alfombras rojas: actrices, cantantes y miembros de la realeza recurren con frecuencia a sus vestidos transparentes cargados de pedrería y encajes.
En esta línea, el modisto eligió una gama de colores pastel, blanco, rosa y color agua mar, en la que ha sido la colección más primaveral de esta última jornada de primavera-verano de Alta Costura en la Semana de la Moda de París.
Los vestidos, largos o minis, llevan polisones -armazón interno que se ata a la cintura-, logrando un efecto de volumen por detrás pero recto por delante, y recuperando, junto al uso de corsés para apretar la cintura, la estética de época.
Para actualizar el look, Murad propuso cortes sensuales, espaldas al aire y piernas descubiertas.
Las flores y las hojas de los árboles ocupan el estampado de los vestidos, incrustados en la misma tela o con abalorios para lograr un efecto tridimensional, en capas y tejidos vaporosos que se extienden creando una cola en los diseños de noche.
Con el pelo suelto y liso en melenas que se llevan por debajo del hombro, totalmente rectas, tan solo una discreta diadema adorna la cabellera de las ninfas de Murad.
Guo Pei se decantó por un escenario palaciego y presentó en su primer desfile en París diseños inspirados en el ave Fénix, que aunaban, en el estilo habitual de la diseñadora, la artesanía china con la suntuosidad de la corte francesa.
Vestidos en azul celeste, rosa pálido, blanco, beige, dorado y amarillo mostaza que marcaban la silueta femenina y ricos en brocados, pedrería y cristales cedían paso a túnicas con borlas, bordados orientales y cuellos Mao.
También se vieron toreras, abrigos de plumas y blusas de gasa, y en los complementos, bolsos de tipo bombonera y rígidos y cuñas anudadas con tiras de seda.
El latido de décadas pasadas, en especial los años 50, también se notaba en creaciones que combinaban cinturas de avispa y abultadas faldas.
Pelo, seda, terciopelo, plumas fueron los materiales esenciales de una colección que suscitó el aplauso unánime al paso de una maniquí con un vestido blanco con capa bordada en azul y plateados.
Guo Pei, una celebridad en China, era desconocida en Occidente hasta que la cantante Rihanna vistió un diseño suyo en la gala del Met de 2015, un vistoso abrigo en amarillo canario con pelo y brocados.
Viktor&Rolf, con un estilo en las antípodas de Murad y Guo Pei, fue otras de las firmas que presentaron su colección, con la que profundizó en la línea artística de sus últimas temporadas En el escenario de atmósfera industrial del Palais de Tokyo mostraron diseños imbuidos de la estética cubista de Picasso.
Creaciones en blanco desestructuradas y bordadas con ojos, labios, formas geométricas y copiosos volantes combinados con polos. Confeccionadas en algodón piqué, las prendas poseían un aspecto inacabado
En un desfile que creció en intensidad, las primeras maniquíes lucían perfiles típicamente picassianos en sus prendas, mientras que las últimas desfilaron envueltas por completos en motivos cubistas. EFE