- enero 27, 2015
Zaruma es una ciudad patrimonial de Ecuador ubicada al sureste de la provincia costera de El Oro, en un ramal de los Andes conocido como la cordillera Vizcaya, donde la explotación aurífera y su excelente café se mezclan entre su laboriosa gente.
La ciudad, plagada de edificios patrimoniales, se empina en una ladera tejida con calles zigzagueantes de las que parecen colgar muchas de sus viviendas.
Zaruma, junto con la vecina Portovelo, fue en su momento el centro de la explotación minera del país y desde allí partieron miles de cargamentos de oro hacia Europa durante la colonia.
Escondidos entre su paraje y sus casas, aún se explotan minerales en esta ciudad, cuyo mayor perjuicio es la contaminación de sus acuíferos, que se usan para «lavar» y decantar el material pétreo en busca de oro.
No obstante, las autoridades y la población están empeñadas en combinar esta actividad con otras que pueden marcar el resurgimiento de esta parte del sur ecuatoriano, especialmente el turismo.
El alcalde de Zaruma, Jhansy López, asegura que una de esas alternativas es el que denomina «turismo vivencial», por medio del cual el visitante disfruta de la ciudad como si fuera parte de ella.
Por ello afirma que la gente es parte esencial del proyecto, pues es la calidez de los habitantes en la atención al turista lo que convierte en un imán para los visitantes a este sector, cuya promoción es auspiciada por el programa «Viaja primero Ecuador», del Ministerio de Turismo.
Y es que en muchas de las esquinas de Zaruma, sus casas patrimoniales se abren al público en las noches con coquetos bares y cafés, donde se puede conocer la historia de la ciudad de primera voz, con gente que forjó la urbe con tenacidad y alegría.
Además, es imposible negarse a disfrutar del aroma que genera el café que se elabora en la ciudad, acompañado de los tradicionales «tamales».
Con un pequeño paseo por la ciudad, se puede visitar la mina Sexmo, una antigua galería que ha sido adecuada para el turismo y en la que el visitante puede conocer la actividad minera y palpar la vida debajo de la montaña.
Un gran túnel conduce al interior de la mina, perfectamente iluminada y con el riel que sirvió en el pasado para sacar el material geológico.
Uno de los guías de la mina explica que de allí, a 150 metros bajo tierra, se extrajo oro, plata y cobre y que en el año de 1950, una empresa estadounidense que explotó el yacimiento produjo unas 3.000 toneladas de minerales.
La mina también esconde sus misterios. En una de las paredes, el guía pide a los turistas que coloquen sus brazos sobre la pared rocosa por un par de minutos y luego que junten sus brazos para sentir una energía que parece recorrer las extremidades.
Este es una especie de ritual para que los turistas «tengan la sensación de estar bajo la tierra» y de comprender algunos de los secretos de sus entrañas.
El alcalde López considera que ese tipo de «vivencias» atrae a los turistas extranjeros, sobre todo franceses y españoles, que buscan también los mitos y la cultura de la zona.
A ese tipo de turismo, según el alcalde, se han unido fincas ganaderas que ofrecen hospedajes cómodos y cálidos, que muestran otras de las facetas de la región de Zaruma.
Para Jhansy López, su ciudad ofrece grandes ventajas para el turismo proveniente de Perú, pues al estar cerca de la frontera con ese país, brinda opciones para la estadía de los vecinos.
Sin embargo, muy cerca de Zaruma, a una hora de viaje en autobús, en el cantón Arenillas, se levanta uno de los mejores hoteles de la región, el Hillary Resort, un «cinco estrellas» que ofrece en su tarifa «todo incluido» la posibilidad de un servicio ligado a un ambiente natural y luminoso.
Julio César Vega, gerente de operaciones de Hillary Resort, también apuesta por el turismo peruano y promete que el cliente saldrá «satisfecho, relajado, con un aire de respiro y tranquilidad».
En Arenillas es «soleado casi todo el año», pues es la zona de mayor luminosidad en el país, sobre todo por la escasa polución en su ambiente, añade Vega, que destaca el zoológico que su hotel ofrece a los turistas, donde, sobre todo los niños, gozan con las avestruces que se han adaptado con éxito a las condiciones del lugar.
El Resort, de 147 habitaciones, se encuentra a una media hora del aeropuerto de Santa Rosa y sus tarifas -que van de entre 100 y 150 dólares-, incluyen todo.
Según Vega, se trata de un complejo de recreación y esparcimiento que incluye, además de una variada gastronomía nacional e internacional, un paquete de actividades que van desde deportes extremos hasta la relajación de su servicio SPA. EFE