- mayo 25, 2014
La gran Sophia Loren fue la protagonista absoluta de la 67 edición del Festival de Cannes, que acabó y que reconoció con su Palma de Oro el cine delicado del turco Nuri Bilge Ceylan y apostó un poco por la renovación al premiar a «Mommy», de Xavier Dolan, de solo 25 años.
A punto de cumplir 80 años -en septiembre- la actriz italiana ofreció uno de los momentos más memorables que se recuerdan en el festival, con una lección magistral en la que abordó sin tapujos la pobreza de su juventud, la vergüenza pasada en algunos momentos, su poca estima por Marlon Brando o la consecución de un Óscar.
Divertida, escandalosa, tierna, mandona, espléndida y generosa con su relato, recordó a Marcello Mastroianni, el «gran amor» de su vida en el cine y reinó en un Cannes al que este año le faltó un poco de glamour y le sobró otro tanto de promoción.
Hasta la llegada de esta leyenda del cine, la atención se la había llevado un tanque para publicitar «Los Mercenarios 3» («The Expendables 3»), con Harrison Ford, Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson, Antonio Banderas, Jason Statham, Dolph Lundgren, Wesley Snipes o Kelsey Grammer, que ofrecieron una delirante rueda de prensa que parecía una reunión de amigos.
O el dragón gigante y articulado que anunciaba «How To Train Your Dragon 2», película que encontró su mejor publicidad en la simpatía de Cate Blanchett, que pone voz a uno de los personajes y que aprovechó su estancia en Cannes para lanzar un mensaje claro y contundente: «Seguimos en un mundo en el que se sigue sin pagar lo mismo a hombres y mujeres en 2014, y no lo entiendo».
Promociones de cine para un festival que se abrió con la decepción de Nicole Kidman y su «Grace de Monaco», una película rodeada de polémica por el rechazo de la familia Grimaldi a la versión de Olivier Dahan de un año de la vida de la actriz que hizo real el cuento de hadas y se convirtió en princesa.
Un filme fuera de la competición de Cannes, como también otro de los que más se ha hablado durante el festival: «Welcome to New York», en el que Abel Ferrara relata, en versión libérrima, la lujuriosa vida y el escándalo sexual que apartó del Fondo Monetario Internacional a Dominique Strauss-Kahn (Gerard Depardieu).
A la proyección le siguió una exclusiva y particular fiesta temática con etiqueta alegórica: ellos, en toalla; ellas, vestidas de limpiadoras.
División de opiniones ante el filme y anuncio de denuncia por parte de DSK contra Ferrara por difamación.
Y en lo que se refiere a la competición oficial en sus diversas secciones, hubo de todo.
Dolan sorprendió con su juventud; Jean-Luc Godard provocó con «Adieu au langage»; Sissalo emocionó con «Timbuktu» y hubo cine clásico -«The Homesman», de Tommy Lee Jones, o «Jimmy’s Hall», de Ken Loach- y filmes intensos y complejos -«Winter Sleep», del turco Nuri Bilge Ceylan, o «Still the water», de la japonesa Naomi Kawase-.
Películas muchas de ellas muy bien interpretadas en un año en el que Cannes demostró que las arrugas y las vivencias casan mejor con la expresividad. Juliette Binoche, Annette Bening o Julianne Moore -considerada la mejor actriz , por «Maps to the stars»- fueron el mejor ejemplo.
En otras secciones, el argentino Diego Lerman cautivó con «Refugiado», una cinta íntima y sin violencia explícita muy aplaudida en su estreno en la Quincena de Realizadores.
En «Una cierta mirada», la segunda sección en importancia del festival, hubo unanimidad para premiar a «White God», del húngaro Kornél Mndruczó, una «road-movie» urbana y canina. Una metáfora del influjo que el entorno puede ejercer en la personalidad, rodada con espectaculares imágenes de hordas de perros corriendo por una deshumanizada Budapest.
Y también se aplaudió mucho la belleza del homenaje filmado de Wim Wenders a Sebastiao Salgado en «The Salt of the Earth», que se llevó el premio especial del jurado de esa sección, presidido por el cineasta argentino Pablo Trapero, que destacó la «audacia» del filme.
Todo ello en una 67 edición en la que el cine hispano estuvo escasamente representado, con una única película en la competición oficial, «Relatos Salvajes», de Damián Szifrón, que no se llevó premios pero que dejó un muy buen sabor de boca por su negrísimo humor y sus fantásticas historias.
Y en la que por supuesto brilló el glamour de la alfombra roja, por la que desfilaron con sus mejores galas estrellas como Salma Hayek, Sharon Stone, Kristen Stewart, Binoche o Cotillard, y que este año también sirvió de plataforma para que muchos de los asistentes pidieran la liberación de las 200 niñas secuestradas en Nigeria.
Aunque el mejor y más cinematográfico momento de esas alfombras rojas fue el baile de John Travolta y Uma Thurman ante la mirada de Quentin Tarantino, emulando la famosa escena de «Pulp Fiction», que celebró los veinte años de su Palma de Oro de Cannes. EFE