- julio 14, 2021
La pandemia que sufrimos dejó al descubierto vínculos pocos sanos como jóvenes sumamente demandantes y adultos que evitan los conflictos a toda costa.
Son chicos y chicas que si bien hablan de política, conocen sus derechos y hasta piden prestado el auto, pero en muchas ocasiones tienen actitudes más adolescentes como dormir a cualquier hora, no hacer los deberes domésticos o discutir por todo con tal de reafirmar su personalidad.
De acuerdo a Elle Argentina, compartimos algunas reflexionamos de psicólogos y médicos especialistas sobre esta particular relación.
Huérfanos de adultez
Cómo sean los chicos dependerá de la familia. Sí fueron o no tratados como «rey» o «reina», llenos de derechos y sin responsabilidades, o bien, si logran hacer un buen resumen entre disfrutar de la vida, trabajar, estudiar y colaborar en casa.
Llegar a la adultez los asusta y provoca que no quieran crecer porque temen parecerse a los mayores, tan llenos de responsabilidades y compromisos.
Cerebro veloz
Para los adultos la vida es esfuerzo y experiencia. Para adolescentes, un camino a disfrutar y donde quieren encontrar el sentido. Tienen un cerebro veloz, entrenado a integrar más y separar menos.
Se adaptan, son inquietos y buscan constantemente nuevas experiencias. Les importan las vivencias y sus emociones, además, tienen variados intereses y motivaciones. Esto explica la duda en la elección de una carrera universitario.
Conflicto vs Choque
Tenemos que entender que no hay adolescencia sin enfrentamiento entre las generaciones, pero una cosa es el conflicto y otra el choque. En estos casos hay que indicar que se trata del fracaso de las dos partes.
Hablar de forma clara, breve y precisa con ellos ayuda a que sepan lo que esperamos. Somos los adultos quienes miramos como niños a nuestros hijos, los seguimos tratando como si no pudieran o no escucharan.
Contra el mundo
Discutir es un modo de rebeldía frente a ese adulto que le dice lo que hay que hacer. Para ellos enfrentar implica crecer y diferenciarse. Es admirable que se comprometan con sus ideas y las manifiesten, el problema está en la falta de escucha.
Toda su vida los adolescentes buscan diferenciarse tomando riesgos mayores que sus padres y pensando distinto. En la mayoría de los casos basta con confiar en lo que les enseñamos durante años y dar tiempo, sin ofendernos, desilusionarnos ni asustarnos.