- julio 7, 2014
Patricia Arquette, uno de los rostros más salvajemente atractivos de los 90, pagó el peaje de la edad en Hollywood, una industria obsesionada con la juventud, pero ahora, a sus 46 años, desnuda su alma en «Boyhood» con un papel que bebe de su propia experiencia como madre.
Mirar a los ojos cristalinos de Arquette es verse reflejado en el fuego de personajes icónicos como los de «True Romance» («Amor a quemarropa»), de Tony Scott, o «Lost Highway» («Carretera perdida»), de David Lynch, si bien aquella exuberancia da paso ahora a una sensibilidad a flor de piel en una evolución de la que, según afirma en una entrevista con Efe, se siente orgullosa.
«Me veo envejecer y lo disfruto. Para el público es impactante, porque me conocen de películas que hice cuando era muy joven. La gente desea guardar ese recuerdo. Hay una gran presión en esta industria por congelarte en ese tiempo, pero yo siempre quise huir de eso», confesó la actriz.
En los 90 trabajó también a las órdenes de Sean Penn («The Indian Runner» – «Extraño vínculo de sangre»), Tim Burton («Ed Wood»), David O. Russell («Flirting With Disaster» – «Flirteando con el desastre») o Martin Scorsese («Bringing Out the Dead» – «Al límite»), pero a partir del nuevo siglo sus apariciones en el cine fueron disminuyendo y encontró refugio en la televisión con series como «Medium», «Boardwalk Empire» y la próxima, «CSI: Cyber».
«Incluso cuando era joven, no quería ser presa de esa ingenuidad, porque no iba a ser interesante. Es un momento breve en tu vida y quería romperlo en millones de pedazos para nunca tener que recomponerlo o llevarlo conmigo a cuestas. Y simplemente esperar a ver qué venía después», añadió.
Esa paciencia ha tenido su recompensa, ya que el destino le guardaba una experiencia única: «Boyhood», de estreno el viernes en EE.UU., una película de Richard Linklater rodada durante 12 años con el mismo reparto en la que el cineasta propone un relato íntimo sobre la infancia y adolescencia a través de los ojos de un niño (Ellar Coltrane) al que el espectador ve crecer.
Ethan Hawke y Arquette dan vida a los padres divorciados del protagonista, y Lorelei Linklater, hija del realizador, encarna a su hermana en una cinta que funciona como radiografía de la clase media estadounidense e incluso como retrospectiva sobre los cambios que ha vivido la sociedad en los últimos años.
«No teníamos una idea clara de quiénes eran estos personajes, porque nunca existió un guión completo desde el comienzo», indicó la intérprete, que al inicio del proyecto solo conocía los grandes cambios que iba a afrontar su personaje. El resto se fue construyendo sobre la marcha.
«Los personajes se iban revelando cada vez que nos reuníamos para rodar cada fragmento. Al final, dejas que el papel se empape del calor y las experiencias conjuntas con el equipo. Ethan y yo envejecíamos, mientras los niños crecían. Esa riqueza, incluso el dolor personal de tu propia vida, se refleja en la película. Le añade un componente muy humano», declaró.
Arquette tiene un hijo de 25 años fruto de su relación con el músico Paul Rossi y una hija de 11 años con su exmarido, el actor Thomas Jane.
«‘Boyhood’ es increíblemente personal para mí», aseguró. «Al final del rodaje lloré mucho. Lo pasé realmente mal. Sé que es una película, pero no quería que acabara. No quería que algunos pudieran decir cosas malas sobre ella. Es algo que amo, que he hecho con gente que quiero y que me ha enriquecido como actriz. Es como mi bebé. No quería entregárselo al mundo», agregó.
Precisamente, la última, y desgarradora, secuencia en la que aparece su personaje llega cuando su hijo abandona el hogar y emprende una nueva etapa en la universidad.
«Está totalmente destruida. Es duro ver marchar a tu hijo. Para las madres, aunque sea inconscientemente, es como si algo dentro de ti muriese. Pero después te recompones. Vuelven a casa. Necesitan más dinero. Te llaman para todo», dijo Arquette entre risas.
La cinta, compuesta por retazos de la vida cotidiana como la trilogía «Before» de Linklater, se estrenó en Sundance y se llevó una gran ovación y críticas inmejorables. El proyecto empieza a vislumbrar la meta después de años de gran incertidumbre.
«Solo podías confiar en que todos siguiéramos vivos y con ganas de continuar involucrados», admitió la actriz.
Es pronto para hablar de los Óscar, pero a Arquette le haría especial ilusión por la valentía y arrojo demostrados por Linklater.
«En Hollywood mandan las fórmulas, y no hay fórmula para esta película. Para mí es más que un gran papel. Es una emoción muy profunda y al mismo tiempo una lección: ésta es la parte bonita de la vida. Ahora mismo. Este preciso instante», concluyó. EFE/Antonio Martín Guirado.