Las cartas íntimas de García Lorca

  • No es la primera aportación que da normalidad a la homosexualidad del poeta español.

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    Granada (España), 27 ago (EFE).- Seis cartas que el escritor Federico García Lorca envió a Eduardo Rodríguez Valdivieso, quien les procuró «mil escondites» por su contenido amoroso, ven ahora la luz en un libro que prologa Juan de Loxa, estudioso del poeta granadino y primer director de su Casa Natal.

    Publicado por la Diputación Provincial de Granada (sur), De Loxa firma el prólogo del libro «Seis cartas a Eduardo Rodríguez Valdivieso», con la correspondencia que Lorca le envió a un jovencísimo y «querido Eduardito», como dicen las misivas, que él se ocupó de recuperar.

    Rodríguez Valdivieso (Granada, 1913 – Granada 1997) fue también consejero literario de Lorca, al que conoció en 1932 en un baile de disfraces, y desde entonces mantuvieron una estrecha amistad, plasmada en una intensa relación epistolar.

    Lorca escribió esas seis cartas entre otoño de 1932 y abril de 1933 y en sus líneas daba cuenta de sus ensayos teatrales, conferencias y viajes, los proyectos del que firmaba como «tu leal Federico» y que quedaron escondidas hasta que De Loxa logró su cesión al Museo-Casa Natal del poeta granadino, ubicado en la localidad de Fuente Vaqueros y primer museo lorquiano del mundo,

    «¿Querrás creer que a la única persona de Granada que escribo es a ti? No leas mis cartas a nadie pues carta que se lee es intimidad que se pierde», pidió Lorca en la primera de sus misivas, llenas de planes como el «quiero que pases unos días conmigo» con el que se despedía en una de ellas.

    De Loxa explicó a Efe el disfrute que supuso para Eduardo Rodríguez Valdivieso la apertura de la Casa Natal de Lorca, en 1986, tras «los tragos que pasó cuando recibe esa correspondencia. Fueron las cartas de los mil escondites, nada más supo que Federico había muerto, pensó dónde esconderlas».

    «Se sintió poseedor de una bomba de relojería, qué tremendo pensar que las palabras de amor puedan convertirse en un peligro», detalló el prologuista, «pero Eduardo fue poco a poco liberándose, abriéndose, hasta que llegó el momento. Estaría de Dios. Creo un privilegio conocer a Federico a través de sus amigos».

    De Loxa, director del museo durante 20 años, lamentó la cantidad de obras de Lorca, de cartas, de pequeños regalos o poemas improvisados que se habrían perdido para siempre o que el miedo quemaría tras la muerte del poeta.

    Confesó que descubrió las cartas «como quien descubre un cuerpo, o una ciudad, porque él las enseñaba a trocitos, porque tenía ese pudor con que algo en esas líneas tuviera interpretaciones que no fueran comprendidas».

    De Loxa justifica los temores que tuvo Valdivieso en un marco de represión en el que la homosexualidad, «en ciudades provincianas, era el más espantoso de los crímenes».

    «En una de las cartas, en una posdata, dice: ‘Todo lo que es la Granada de mi sueño y de mi soledad cuando yo era adolescente y nadie me había amado todavía’. Porque Lorca era un hombre con la necesidad de amar y de que lo quisieran», subraya De Loxa.

    El exdirector de la Casa Natal elogia que por primera vez se reúnan las seis cartas, a las que él ha puesto un «lazo de confitería», aunque reconoce que no es la primera aportación que da normalidad a la homosexualidad de Lorca: «El tema existe y fue así, y ¿a quién perjudica? ¿Hacen daño esas palabras?». EFE

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