La lucha libre femenina; ¿deporte o show sexista?

  • Aunque persisten ciertos elementos que pueden ser interpretados como sexistas, los avances hacia un tratamiento igualitario han sido significativos.

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    La lucha libre profesional femenina ha evolucionado notablemente en las últimas décadas, pasando de ser un espectáculo que priorizaba la apariencia física de las luchadoras a uno que ahora resalta el talento deportivo. Aunque persisten algunas controversias, hoy en día hay un enfoque renovado en el atletismo y el esfuerzo que estas deportistas aportan al ring. Para comprender esta evolución, es esencial analizar el balance entre su valor deportivo y los elementos que algunos consideran sexistas.

    La WWE (World Wrestling Entertainment) ha sido una plataforma crucial para la lucha libre femenina. Sin embargo, hasta hace pocos años, las luchadoras eran a menudo promovidas por su atractivo físico en lugar de sus habilidades atléticas. Por ejemplo, durante los años 2000, luchadoras como Torrie Wilson y Stacy Keibler fueron íconos, no solo por sus habilidades en el ring, sino también por la importancia que se daba a su apariencia. Las luchas femeninas solían ser breves y a menudo se incluían peleas en lodo o en bikinis, un formato que atraía una audiencia masculina joven y contribuía a reforzar estereotipos sobre la imagen de la mujer en el espectáculo evolución del enfoque deportivo.

    Torri Wilson es una de las célebres luchadoras que explotó la sensualidad en el ring, detalle cuestionado. Sus enfrentamientos en bikini con Stacy Keibler son muy recordados pero criticados desde sectores feministas.

    En los últimos años, se ha experimentado una “Revolución Femenina” dentro de la WWE. La empresa comenzó a recibir críticas cada vez más intensas por su trato hacia las luchadoras, y en 2015, tras una campaña en redes sociales bajo el hashtag #GiveDivasAChance (denle a las Divas una oportunidad), la WWE se comprometió a dar mayor visibilidad y seriedad al trabajo de las mujeres en el ring. Como resultado, la categoría «Divas» fue eliminada, y las luchadoras fueron rebautizadas como “Superstars”, el mismo título que usan los hombres. Este cambio reflejó una intención de poner a la lucha libre femenina en igualdad de condiciones con la masculina y enfocarse en su destreza física y competitiva.

    Hoy, luchadoras como Becky Lynch, Charlotte Flair y Sasha Banks han protagonizado eventos principales en la WWE y han ganado reconocimiento tanto por sus habilidades atléticas como por su capacidad de entretener al público. La lucha femenina ya no se limita a ser un acto complementario en los eventos masculinos; ahora, estas peleas son esperadas por la audiencia y tratadas con el mismo nivel de seriedad que las de sus compañeros varones.

    Ejemplo de las luchas de Torri Wilson y Stacy Keibler acusadas de sexismo:

     

    ¿Deporte o espectáculo sexista?

    A pesar de estos avances, algunos críticos señalan que la lucha libre femenina en WWE todavía tiene ciertos elementos de objetivación. La vestimenta de las luchadoras, por ejemplo, sigue siendo un punto de controversia, pues muchas veces es más reveladora que la de los luchadores masculinos, lo cual algunos consideran que mantiene el enfoque en la apariencia. Según algunos expertos en estudios de género, la lucha libre femenina, aunque ha avanzado, sigue promoviendo una imagen de la mujer basada en su atractivo visual, especialmente en las grandes compañías de entretenimiento.

    Por otro lado, defienden que el nuevo enfoque en la lucha femenina empodera a las mujeres y ofrece un mensaje positivo. Al presentarse en roles de fuerza, destreza y perseverancia, estas luchadoras pueden inspirar a las nuevas generaciones. La socióloga Karen Steinhoff señala que “la presencia femenina en la lucha libre profesional permite replantear la fuerza y la resistencia de las mujeres en un espacio dominado históricamente por hombres”.

    Becky Lynch, luchadora que junto a Charlotte Flair y Sasha Banks, entre otras, han logrado alejarse del estereotipo e inclinarse más hacia lo deportivo.

    La lucha libre profesional femenina está en una transición hacia una mayor equidad y respeto por sus deportistas. En la actualidad, las luchadoras se están ganando un lugar por mérito propio, con habilidades atléticas que rivalizan con las de sus contrapartes masculinos. En última instancia, el éxito de esta transformación dependerá de cómo las organizaciones y el público continúen apoyando la evolución de la lucha femenina hacia un espectáculo más justo y deportivo.

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