- diciembre 31, 2013
Madrid (EFE).- Más allá de las tradicionales doce uvas que se toman al compás de las campanadas para reclamar la buena suerte, existen una serie de gestos con los que se desea atrapar la salud, el dinero, el amor y la prosperidad en Año Nuevo.
Vestir ropa interior roja, ventilar el hogar, dar una vuelta a la manzana con una maleta, tomar lentejas o lanzar un zapato por la ventana son algunos de las costumbres que, funcionen o no, millones de personas realizan para dar la bienvenida al año.
Las tradiciones propias de la Nochevieja son diversas y algunas de ellas proceden de épocas remotas. “La época solsticial es, por tanto, propiciatoria, y muchos de sus ritos y costumbres son para lograr, compartir y desear suerte”, apunta Pepe Rodríguez, autor del libro “Mitos y tradiciones de la Navidad”.
Los alimentos, prósperos
De este modo, algunos alimentos se han convertido en símbolos de prosperidad, y la costumbre manda que estén presentes en la última cena del año.
Es el caso de las lentejas, pero especialmente el de las uvas. Estas se toman al ritmo de las doce campanadas del reloj, que marcan el inicio del año.
En España, con cada campanada se come una uva y con cada uva se pide un deseo para que en los siguientes 365 días se sucedan los buenos momentos.
El ritual de las uvas se puede complicar un poco con la intención de aumentar sus efectos y así tomarlas de pie, apoyándose sólo en la pierna izquierda para entrar en el Año Nuevo con el pie derecho.
Los mexicanos siguen el rito de las uvas al son de las campanadas de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, pero antes o después de tomar las uvas barren la casa, de dentro a fuera, para dejarla limpia de impurezas de todo tipo.
Tras tomarse las uvas, hay muchas personas que abren las ventanas para dejar marchar todo lo sucedido en el año que termina y dar la bienvenida al nuevo. Si el año fue especialmente malo o movido, se puede arrojar un vaso de agua por la ventana para acabar con la mala suerte.
La tradición de las doce uvas “nació en el primer tercio del siglo XX gestada, al parecer, por una nueva uva temprana italiana y un excedente que había que comercializar”, señala Rodríguez.
Son costumbres relativamente recientes, pues, según indica el experto, aunque los romanos tenían grandes festejos asociados al inicio del año, estos se perdieron en la época cristiana, pues pasó a celebrarse únicamente la Navidad.
“El comienzo del año dejó de tener significado y sólo se recuperó como celebración a principios del siglo XX, de la mano de la burguesía francesa, que exportó desde Chez Maxim’s la moda del revellón de Nochevieja”, comenta.
El rojo de la generosidad
En la última noche de diciembre, abundan los fuegos artificiales, las fiestas y las muestras de alegría para recibir al año.
Llevar ropa interior de color rojo en ese momento es una costumbre muy extendida. En este sentido, Pepe Rodríguez expresa que el rojo simboliza la generosidad y que es uno de los tres colores básicos de los festejos navideños junto al verde, que encarna la esperanza, y al blanco, que representa la pureza.
Dicho simbolismo “da carácter propiciatorio para obtener o desear suerte”, apunta.
¿Amarillo?, si
Sin embargo, en otros lugares la tradición marca que las prendas íntimas en una noche tan especial sean de color amarillo. Es lo que ocurre en Chile, según comenta Noelia Barrientos, periodista afincada en el país andino. “Aquí, el primer abrazo al entrar en el Año Nuevo hay que dárselo a una persona del sexo opuesto”, advierte.
“Además, existe la costumbre de dar una vuelta a la manzana con una maleta para que el año que va a comenzar sea próspero y nos depare muchos viajes”, afirma esta comunicadora.
Un ritual muy extendido es escribir en un papel todo lo malo que ha sucedido en el año y quemarlo justo antes de acabar el año.
Otra de las acciones que se hacen para atraer la prosperidad es lanzar un zapato al aire en la mañana de Año Nuevo. La suerte vendrá determinada según la posición en la que aterrice el zapato. Si es boca arriba, será buena; de lado, vivirá un año con altibajos, y boca abajo, no tendrá un buen año.
El fuego purificador
Si en Perú, Honduras y Ecuador se queman muebles y ropas viejas, en Colombia se escribe en papelitos lo que no se desea y se introduce en un muñeco al que se prende fuego.
El día de San Silvestre, los uruguayos tiran por la ventana los almanaques y calendarios del año viejo. Y los cubanos arrojan agua para limpiar pecados capitales como la envidia. EFE/ Carmen Martín