Isabel Preysler repasa su nueva vida con Vargas Llosa, habla de política y reconoce que de los líderes emergentes prefiere la estética de Albert Rivera a la de Pablo Iglesias.
“No tengo decidido mi voto. Cada vez que escucho o leo algo cambio de opinión. No entiendo mucho de política, pero sí me interesa. Mario tampoco tiene claro a quién votará”, comenta en el transcurso de la conversación.
Desde hace seis meses, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa mantienen una relación sentimental que ha llenado páginas de diarios y prensa del corazón.
Su relación con Vargas Llosa
“Mario no esperaba el tumulto que se ha generado. Él no sabía dónde se metía, no está acostumbrado, pero lo lleva divinamente”, confiesa Preysler.
Confía y espera que llegue el día en el que puedan salir sin “ser acosados” por la prensa, pero descarta mudarse a Nueva York, donde el Premio Nobel confesó vivir más tranquilo. “Aquello fue una broma”, aunque reconoce sentirse incomoda con el tumulto que ocasiona la presencia de la pareja en público.
Una imagen real
“Cuando hago una vida normal no me gusta llamar la atención”, y asegura que deja de hacer cosas para que aquellos que la acompañan no se sientan incómodos.
El último libro que ha leído por recomendación del escritor es “Conversación en La Catedral”. “Es un libro muy especial para él, que ha vivido mucho y muy significativo en su carrera”.
De su última novela, “Cinco esquinas”, tan solo ha leído algunas líneas. “Tengo que espera a la última corrección”.
Advierte que su imagen no se corresponde con quién es en realidad, algo que detecta cuando le dicen: “Me alegro de haberte conocido, nunca pensé que fueras así”.
Sus hijos
De su etapa como empresaria de cosmética se siente “satisfecha” con el lanzamiento de “My Cream”, una crema que antes de sacar al mercado testó ella misma durante un año.
“Una madre es la que une y he podido conseguir este objetivo a pesar de ser de padres diferentes y vivir en países diferentes. Se quieren como si fueran hermanos”. Con ellos, precisamente, celebrará la Navidad, reuniéndolos a todos en casa. EFE