- abril 27, 2014
La actriz Eva Longoria mostró su lado más comprometido en el Festival de Tribeca como productora de «Food Chains», documental sobre el abuso al que son sometidos los trabajadores del campo y que, según ella, refleja cómo «los logros de César Chávez y Dolores Huerta han sido desmantelados».
Veinte años después de la muerte del líder campesino César Chávez, quien emprendió en los años sesenta la lucha por los derechos de los trabajadores latinos y formó la Asociación de Trabajadores del Campo, Longoria preguntó al público del festival neoyorquino «¿qué está pasando para que estemos retrocediendo?».
Longoria, licenciada en Estudios Hispanos y activista por los derechos de esta comunidad, presentó «Food Chains» junto al director de este documental, Sanjay Rawal, el autor del libro «Fast Food Nation», Eric Schlosser, y Gerardo Reyes Chávez, trabajador del campo desde los 11 años y miembro de la Coalición de Trabajadores de Immokalee, en Florida, que lucha por esta injusticia social.
Este filme documenta la huelga de hambre de seis días que miembros de esta coalición (CIW, por su sigla en inglés) llevó a cabo ante las puertas del poderoso supermercado Publix para conseguir que subieran un centavo de dólar el sueldo de los trabajadores por cada libra de tomates recopilada.
Y, tomando como base ese suceso y el descubrimiento de una bolsa de esclavitud en 2008 en los Estados Unidos en la misma localidad de Immokalee, liderada por los hermanos César y Geovanni Navarrete, repasa la ingrata historia de los trabajadores de las plantaciones desde el nacimiento de los Estados Unidos y el abuso de las grandes cadenas de supermercado sobre la masa laboral agrícola para conseguir precios competitivos.
La actriz, conocida por el gran público por su papel de Gaby en «Desperate Housewives», quiso llamar la atención sobre una época en la que «nos preocupamos más que nunca de lo que comemos pero menos que nunca de quién está recolectando esa comida».
Y aseguró que el trato a los trabajadores del campo en Florida o California «no es, al contrario de lo que piensa todo el mundo, un tema relacionado con la inmigración. Es un algo mucho más profundo, tiene que ver con los derechos humanos».
«Food Chains», que significa cadena alimentaria, arroja estremecedores datos sobre la industria de la alimentación, que genera solo en los supermercados una facturación mundial de 4.000 millones de dólares al año pero paga a los recolectores una media de 12.000 dólares al año por recoger, en el caso de los recolectores de tomate, aproximadamente alrededor de dos toneladas de comida al día.
Y, además, denuncia la gran cantidad de emigrantes latinos indocumentados que trabajan en estas plantaciones, en una relación «esquizofrénica del Estado», explica el documental, al necesitar su categoría ilegal para, al estar fuera del convenio laboral, conseguir esos precios que mantienen sano al sistema empresarial.
«Somos pobres para que alguien sea rico», dice uno de los trabajadores en un momento del metraje y Eric Schlosser quiso remarcar hoy cómo detrás de estos abusos está «una palabra que nadie quiere decir, ni siquiera este documental: racismo».
«Uno de mis escritores favoritos es John Steinbeck, que en su libro ‘Las uvas de la ira’ retrató la única época (la Gran Depresión) en la que los trabajadores del campo eran blancos», recalcó.
Desde entonces, la lucha de César Chávez o la que ahora CIW abandera ha estado protagonizada por latinos y Schlosser recordó que, proporcionalmente, los trabajadores del campo no han estado peor pagados desde la época de Dwight Eisenhower como presidente de Estados Unidos (1953-1961).
En la denuncia del filme, no obstante, hay lugar para la esperanza, pues el manifiesto del trabajador agrícola que hizo esta coalición desvío su objetivo de los supermercados a los propios consumidores y empezó a ser firmado por cadenas como Taco Bell o supermercados como Whole Foods.
El pináculo de la batalla llegó cuando el pasado febrero, el gigante minorista Walmart también firmó el acuerdo, aunque Publix sigue sin negociar ellos.
«Las empresas solo escuchan cuando ven que sus clientes no van a ver con buenos ojos sus políticas, pero eso sucederá si el mensaje de esta película llega a la gente, porque nadie querrá comprar comida detrás de la cual haya esclavitud», sentenció Longoria.
La medida de «un centavo por cada libra» de CIW supondría a Publix solo 1 millón de dólares menos al año de beneficios y repercutiría al consumidor en menos de 50 centavos anuales en su gasto, pero según Schlosser, lo que ha cambiado desde César Chávez es que «ha nacido una cultura de la codicia que va hacia delante sin preguntarse quién se queda atrás».EFE