«Cuando violan a una mujer es a mi mujer a la que violan»

  • «Cuando violan a una mujer, allá donde sea, es a mi mujer a la que violan. Cuando violan a una hija, a una madre, es a mi hija y a mi madre a las que están violando».

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    Si hay una persona con autoridad moral para hacer un llamamiento a la sociedad mundial para luchar contra las violaciones y el maltrato a la mujer, esa persona es Denis Mukwege, médico congoleño galardonado por el Parlamento Europeo (PE) con el Premio Sajarov 2014 a la libertad de conciencia.

    Mukwege, en una entrevista con la Agencia Efe, cuenta que lleva más de 15 años en el hospital de Penzi, en Bukavu (República del Congo), tratando a las mujeres que son violadas por los rebeldes, muchas veces en grupo, intentando paliar en lo posible los daños físicos, mentales y sociales que sufren, utilizadas como un arma de guerra más.

    «Nos vienen mujeres con daños físicos en el aparato genital que han sido torturadas y violadas, muchas veces con consecuencias en la incontinencia urinaria y fecal, con la destrucción de su aparato genital», cuenta el doctor Mukwege, que se refiere sobre todo a adolescentes de 14 y 15 años que ya quedan marcadas de por vida.

    Daños tan graves y señales de tortura que no tienen nada que ver con un acto sexual no consentido, aclaró Mukcwege en una comparecencia posterior.

    Pero dice Mukwege que «además del daño físico hay un daño moral y social: cuando las mujeres son violadas y humilladas delante de sus hijos, de sus maridos, de su entorno social, en sociedades en las que quedan marcadas de por vida».

    Incluso ha contado que en esos grupos sociales hay maridos que se niegan a llevar una vida marital normal tras la violación de su mujer.

    Mukwege dice que en ocasiones han llegado mujeres al hospital lamentándose del rechazo social «porque las dicen que huelen mal», mujeres que por las violaciones sufridas tienen incontinencia fecal y urinaria y de las que se apartan.

    ¿Qué hace el hospital por ellas?. Mukwege afirma que en su hospital han comprendido «que no debemos precipitarnos con una operación si no hemos recuperado psicológicamente a esa mujer».

    «Tenemos equipos de asistencia social, psicológica, psiquiatras, que trabajan con nosotros y que nos ayudan psicológicamente antes de proceder a un tratamiento quirúrgico complicado».

    Este médico congoleño tiene muy claro que las violaciones en la República del Congo son «una potente arma de guerra», que busca «destruir no solo físicamente a la mujer, sino a toda la comunidad a la que pertenece».

    «Las violaciones tienen consecuencias graves sobre la comunidad, pero también sobre los niños, especialmente los que nacen tras por una violación», asegura Mukwege.

    «Los niños que nacen de violaciones son niños no deseados desde el punto de vista de la madre, y son rechazados. Se convierten así en víctimas inocentes y representan una bomba de retardo porque luego participan de alguna manera en la destrucción social», en alusión a los que se convierten en niños de la guerra.

    Es por ello que Mukwege ha hecho un llamamiento a la sociedad occidental, especialmente a los hombres, para que luchen activamente, para que no colaboren con su silencio a que se mantenga esta lacra.

    «Los hombres tenemos que considerar que cuando una mujer es violada en cualquier parte del planeta es mi mujer quien está siendo violada, cuando es una madre, es mi madre y cuando es un niño es mi niño quien está siendo violado», reitera Mukwege en un mensaje con el que quiere mover a la reacción a los hombres de todo el mundo.

    Asegura que «los hombres tenemos una responsabilidad con lo que pasa, tenemos el poder de cambiar lo que pasa con las mujeres. Si todos los hombres reaccionamos, estoy seguro de que podemos formar una cadena de solidaridad contra las violaciones y los abusos que sufren las mujeres».

    Sería además la única forma de cortar «un flujo que destruye la imagen de los hombres».

    «El 80 por ciento de los hombres no viola pero cuando se habla de violación nuestra culpa reside en nuestro silencio. Debemos romper este silencio, decir a las mujeres que vosotras sois como mi madre, como mi mujer, y que esa violencia no es aceptable».

    Y para cerrar la entrevista, Muckwege, por si no hubiera sido suficiente, aclara: «simplemente soy un admirador de la lucha de la mujer, que nos han abierto los ojos. Es necesario que nos unamos a su esfuerzo para acabar con esto». EFE

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