- mayo 13, 2014
Entre tanta experiencia con el Óscar, no era para nada fácil ganar la categoría Mejor Actriz. Amy Adams (American Hustle) nunca había ganado, pero era la quinta vez que había sido nominada. Meryl Streep (August: Osage County), ya había ganado tres veces con 18 nominaciones. Judi Dench (Philomena) también tenía su propio Óscar con otras siete nominaciones. Y hasta Sandra Bullock había recibido otro Óscar cuatro años atrás. Por su lado, Cate Blanchett había ganado en el 2005, por la película The Aviator pero además la habían nominado por Elizabeth, Notes On a Scandal, I’m Not There, Elizabeth: The Golden Age. Y este año, la película de Woody Allen Blue Jasmine la coronó como la nueva Mejor Actriz, del Óscar.
Por Fabián W. Waintal
¿Cómo se festeja mejor el Óscar?
Apenas salí, yo me fui a la fiesta del Gobernors Ball y pedí que impriman mi nombre en el Óscar, antes de que me lo quieran quitar. Y después sí, llamé a mi casa, para hablar con mis hijos. El menor dejó de vomitar, así que es algo bueno… (risas). Después fui a bailar un poco y pienso seguir bailando en pijama, contenta de felicidad.
¿Cómo fue el proceso para elegir el elegante vestido de Armani?
Simplemente miré todos los vestidos y me puse el más pesado (risas). No, no, la verdad, pasé por un largo y muy creativo proceso con el señor Armani. Y tuve la fortuna de sentirme como una princesa esta mañana, con tres diferentes opciones y elegí el que todos vieron.
¿Hubo algo de nervios en la preparación para la alfombra roja?
Y… hay demasiado esfuerzo para caminar por la alfombra roja del Óscar. Yo estaba bien hasta la noche anterior, pero cuando me levanté, a la mañana, empecé a sentir los nervios en mi estómago. Una nunca sabe lo que puede pasar. Tuvimos un año extraordinario en cine, con actuaciones espectaculares. Y formar parte de toda esa fiesta es un privilegio. Y de verdad, nunca se puede adivinar lo que puede pasar. Pero es evidente que estoy feliz.
¿El hecho de haber sido la favorita de la noche generó más presiones?
Sí.
¿Qué tipo de presiones?
¿Qué tipo de presión? Una presión muy intensa que estoy feliz que haya terminado. Mira: Pasó un año entero y después de haberme dedicado al teatro durante seis años, puedo hablar objetivamente. Cada año, desde lejos, pude ver 5, 6, 10, 12 o 20 actuaciones de mujeres que me inspiran. Y en la Academia seleccionan a cinco de nosotras. Es un verdadero privilegio compartir en la misma categoría. El resto, es el mejor chocolate.
¿Te das cuenta que sos la primera australiana que ganó dos premios Óscar?
¡No se te ocurra olvidarlo! (risas).
¿Hasta qué punto podés seguir mejorando o buscando nuevos desafíos?
¿A lo mejor debería parar? ¿Será suficiente? Por supuesto tengo que seguir buscando, pero roles como el de Blue Jasmine no llegan tan a menudo. Y Woody Allen con su guion, me facilitó el camino.
¿Trabajar con Woody Allen hace más fácil ganar un Óscar?
Bueno, trabajar con Woody Allen es como un strip club emocional sin dólares en efectivo.
Pero a nivel personal, ¿cuál creés que haya sido el factor que más la ayudó a ganar un Óscar con la película Blue Jasmine?
A veces un buen personaje llega en el momento perfecto en que una está abierta y mejor preparada. Y haber hecho teatro durante seis años con la Compañía de Teatro de Sidney, ayudó mucho, porque la forma en que trabaja Woody (Allen) es muy parecida a una obra de teatro.
¿Conocías bien a Woody Allen antes de protagonizar Blue Jasmine?
Yo solamente había visto un documental sobre él, para ver lo que opinaban otros actores con los que trabajó. Yo sabía dónde me estaba metiendo. Pero al final, con Woody Allen, el tono es lo que más importa. Por eso fue tan importante hablar con él. Es un director increíblemente generoso en todo lo que dice y no dice a los actores. El 99 % de su dirección figura en el guion. Y por eso traté de encontrar todas las claves posibles cuando leí el guion, porque él solo hace uno o dos arreglos y la mayoría de las tomas son con planos cortos. No muestra el escenario por completo. Hay que estar muy preparada para lo que están haciendo los otros actores. Y el elenco que tuvimos también fue uno de los más extraordinarios.
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En Melburne, Australia, Cate Blanchett nació el 14 de mayo de 1969, después de que el padre, Robert DeWitt Blanchett, había desembarcado en esa misma ciudad como marino de la Armada Estadounidense y se enamoró de la maestra australiana June Gamble.
La actuación también se había cruzado con Cate en Australia, cuando estaba estudiando en el Methodist Ladies College y el Instituto Nacional de Arte Dramático australiano, donde se graduó en 1992. Ella misma se sonríe al recordar su primera experiencia con el cine, durante unas vacaciones en Egipto, a los 18 años. Le habían preguntado si quería ser extra en una película y al día siguiente estaba en medio del público, gritando por un boxeador norteamericano que le estaba ganando a un egipcio. Pero la experiencia fue tan mala, que Cate prefirió dedicarse al teatro en Sidney y, trabajando con Geoffrey Rush en la obra de David Mamet Oleanna, ganó su primer premio como la Mejor Principiante.
Para cuando protagonizó su primera película Oscar and Lucinda, con Ralph Fiennes, Cate también fue nominada como Mejor Actriz por el Instituto de Cine Australiano (perdió frente a Pamela Rabe por The Well) y el mismo año ganó el premio AFI como Mejor Actriz de Reparto por la comedia Thank God He Met Lizzie.
Por supuesto, nada se compara con la primera nominación al Óscar por la película Elizabeth, en 1998, aunque esa vez el premio se lo llevó Gwyneth Paltrow por Shakespeare in Love. Pero Cate Blanchett volvió a ser nominada como Mejor Actriz de Reparto en el 2005, por interpretar a Katharine Hepburn en la película The Aviator, con Leonardo DiCaprio. Y apenas dos años después tuvo otra nominación como Mejor Actriz de Reparto por Notes On a Scandal, justo antes de recibir su primer Óscar cuando volvió a interpretar el mismo rol de la Reina Isabel en Elizabeth: The Golden Age (el mismo año también la habían nominado como Mejor Actriz de Reparto por I’m Not There).
Acostumbrada al premio más buscado de Hollywood, Cate Blanchett también trabajó en siete nominaciones del Óscar como Mejor Película: Elizabeth, las trilogía de El Señor de los Anillos, The Aviator, Babel y The Curious Case of Benjamin Button. Y en la exacta dirección de Hollywood Boulevard 6712, está la estrella con su nombre, que le pusieron el 5 de diciembre de 2008.
Por supuesto, a nivel personal, sus premios más preciados son los tres hijos que tanto tienen que ver con el cine. Dashiell (12) nació el mismo año 2001 que Cate apareció con el personaje de Galadriel en la primera versión de El Señor de los Anillos; Roman (9) nació en el 2004, cuando en el cine estaban por estrenar The Aviator y, Ignatius (5) nació en el 2008, apenas dos meses después de recibir el Óscar por Elizabeth: The Golden Age.
Lo curioso es que, habiendo ganado el Óscar como Mejor Actriz por Blue Jasmine, al menos en Estados Unidos, no estén proyectando la película de Woody Allen en ningún cine. Pero la imagen de Cate Blanchett está por todas partes, con la publicidad del perfume de Armani y el acento francés que muestra en la película The Monuments Men al lado de George Clooney y Matt Damon.
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¿Por qué creés que el personaje de Blue Jasmine cautivó más la atención de la Academia, comparada con otras grandes actuaciones como Meryl Streep, Judi Dench, Amy Adams o Sandra Bullock?
Tiene una personalidad muy compleja. Y para mí, era importante mostrar no solo los niveles que Jasmine quería esconder, sino también la desilusión y culpa que tenía. Ella es toda una combustión de ese cóctel cuando llega a San Francisco. Por suerte, yo nunca tuve la misma relación que ella tenía con los medicamentos, pero tuve que prepararme mucho en ese sentido, tratando de mostrar cómo reaccionaba con o sin medicación. Pero al final, las películas de Woody viven o mueren por la conexión entre los actores. Ahí es cuando hay que dejar toda la preparación atrás y estar atenta donde está la cámara, viviendo con lo que otros actores brindan en el momento. Por eso pienso que la vida de Blue Jasmine tiene tanto que ver con el resto de los actores.
¿Fue muy difícil dejar atrás el personaje de Jasmine para volver a la realidad?
Cuando un personaje es tan diferente, es mucho más fácil. Ella era tan compleja durante el rodaje, que al llegar a casa tomaba una copa de vino, agradecida porque yo tengo familia, trabajo y una seguridad económica. Estaba feliz que todo era una actuación, en vez de tener que vivir la misma historia, en la vida real.
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Nominada con tres Óscar (Mejor Actriz, Cate; Mejor Actriz de Reparto, Sally Hawkins y el Mejor Guion, Woody Allen), la película Blue Jasmine muestra la difícil situación de una mujer después de quedarse sin esposo y el lujoso estilo de vida que él le daba, mudándose al modesto apartamento de su hermana en San Francisco. En resumen, la película es como si hoy Cate Blanchett tuviera que devolver el Óscar y toda la fama de Hollywood, para vivir en el mismo departamento de Australia, donde empezó… sin marido, ni hijos, sin la fiesta del Óscar. Y por suerte, la película solo es pura ficción.
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¿Cuál fue el primer lujo que pudiste darte con la actuación?
Con mi primer cheque me compré un traje de Armani.
¿Todavía lo tenés?
Sí. Lo uso muchísimo. Es un clásico, un traje así no cambia nunca.
¿Te das cuenta que pasó a la historia también el traje que usaste en la ceremonia? Así como tantas actrices se fijan en tu estilo de moda, ¿quién te inspira a vos?
Diane Keaton es mi ídolo en todo, no solo la forma que se viste, también su actuación, la forma que trabaja.
En la película Blue Jasmine, perdés toda tu fortuna y tenés que enfrentar un estilo de vida completamente diferente, ¿qué harías si tuvieras que pasar por un momento similar?
Muchos me preguntan lo que pasa con Jasmine al final de la película, si sobrevive o le pasa algo malo. Y yo pienso que cualquiera que haya pasado por el peor estrés financiero siempre tiene un familiar o un amigo en quien apoyarse. Pero Jasmine no, y en ese sentido es la peor noticia para ella. Por suerte, yo sí tengo amigos y familiares extraordinarios. Y mi identidad tampoco está basada en mi trabajo ni nada del glamour de Hollywood. Por eso, es un maravilloso milagro disfrutar el lujo de la ceremonia del Óscar y, aunque estoy feliz de haberlo recibido, no representa para nada lo que soy como persona. Ahí está la gran diferencia con Blue Jasmine.
Esta entrevista pertenece a la edición de mayo 2014 de High Class.